Capítulo 2: El reencuentro inoportuno

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Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. No recibo beneficios con esta historia.

Capítulo 2: El reencuentro inoportuno

"Bankotsu, no puede ser posible.." Las manos le temblaron de repente, y rogó porque todos aquellos hechos fuesen simples errores. "Su voz, su nombre, esto no puede.." Sus pensamientos se vieron interrumpidos por alguien que la tomó por sorpresa y la obligó a levantarse.

-Vaya, pero que entrometidas son las mujeres de hoy.- Dijo al mismo tiempo que la tomaba de un brazo y la obligaba a levantarse. Kagome palideció en un instante.

La sostuvo del cuello obligándola a mirarlo, imposibilitándola a realizar cualquier movimiento. Las marcas en su rostro, su severa y azulina mirada, aquella cínica sonrisa en sus labios... efectivamente era Bankotsu. Nadie más que él podía serlo.
Ambos se miraron a los ojos atónitos, sin poder creer que se encontraban frente a frente una vez más, después de tanto tiempo. El mercenario aflojó su agarre desconcertado.

-Tú... ¿Qué demonios estás haciendo aquí?- Espetó sin bajar la guardia, sorprendido por la situación que se volvía cada vez más y más confusa.

-¿Yo? Más bien qué haces tú aquí!? Este no es tu lugar... esta no es tu época.- Le respondió ella tratando de conseguir aire.

-Pues ahora lo es, te guste o no sacerdotisa.-

Sacerdotisa, hacía tiempo que no la llamaban así. Kagome sintió que perdería la conciencia en cualquier momento. Los ojos de aquel bandido seguían encima de ella, perturbándola insistentemente.

-Creí... que estabas muerto.- Exclamó en un débil susurro.

Bankotsu exhaló aire hastiado, tratando de eliminar de su mente aquellos recuerdos que se le presentaron...
-Casi inconsciente observó como el monte de las ánimas se derrumbaba a su alrededor. Inuyasha y su grupo se alejaba del perímetro hasta que aquella mujer quiso cambiar las cosas. "Debemos ayudarlo, por favor! El simplemente era una marioneta de Naraku. El... es un humano" Vociferaba mientras que los obligaba a cambiar el rumbo. Luego del escape todo fue oscuridad. Al despertar reparó en que sus heridas eran curadas por ella, la misma que decidió salvarlo. Aquella mujer llamada Kagome.
Los espasmos en todo su cuerpo, las laceraciones en su piel, los gritos de dolor. Entrecortadas imágenes aparecieron, como fragmentos de un rompecabezas. Una mujer mayor trataba de separar los fragmentos de Shikón que lo mantenían con vida. Al final solo vió un destello rosado que lo cegó. Al despertar ya se encontraba en aquella otra realidad, o más bien aquella otra época.-

Soltó a la muchacha precipitadamente sin hacerse a un lado. Ella tosió un par de veces y dio bocanadas de aire para llenar sus pulmones.

-Eso no te interesa. Ahora vete de aquí.- Le dijo de mala manera. Su interlocutora se quedó inmóvil.

-Yo... no. No lo haré, quiero saber cómo llegaste hasta aquí!- Le respondió firmemente recomponiendo su postura. – ¡Responde! –

Bankotsu se acercó hacia ella de forma abrupta, fastidiado por su conducta insoportable de niña pequeña. De su bolsillo sacó una pequeña navaja considerablemente afilada, la acercó hacia el rostro de su interrogante y luego descendió el filo hasta su cuello sin rodeos. Una siniestra sonrisa atravesó su semblante al notar la nerviosidad en los ojos de la muchacha. Estrechó más la distancia que los separaba y se acercó hasta su tímpano.

-No creo que estés en posición de venir con exigencias.- Le susurró aún con una sonrisa en sus labios. –Sólo te daré una chance más. Si no te largas tendré que divertirme contigo.- Agregó.

Los finales son nuevos comienzosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora