Capítulo 12: La realidad muerde.

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Disclaimer: Inuyasha y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. No recibo beneficios con esta historia.

Capítulo 12: La realidad muerde.

-Eres Bankotsu... cierto?- Nozomi lo veía fijamente con sorpresa, ambos se encontraron cara a cara entre la multitud. Él asintió con la cabeza sin darle mucha importancia.

-En donde está Kagome?- La muchacha frunció ligeramente el ceño ante tal descortesía.

-Se sentía un poco mal hoy, me envió un mensaje diciendo que no iba a venir.- Soltó de la misma manera en que él se había dirigido hacia ella.

Ahí estaba el patán que volvía loca a su amiga, no le gustó para nada la idea de verlo allí. A qué había ido? Por el aspecto receloso que presentaba dudaba que sea algo bueno. Probablemente buscaba herir a Kagome con alguna de sus frases a causa de lo ocurrido. Tal vez ella sí debía de darle una oportunidad a Ren después de todo.

-Qué harás ahora? Ir hasta su apartamento y ponerla en su lugar?- Le dijo al verlo partir. El ojiazul se volvió hacia ella y arqueó una ceja.

-Eso no es asunto tuyo.- Alegó tajantemente rearmando su camino, en aquellos momentos su último deseo era tener una discusión con otra chiquilla entrometida y malcriada. Nozomi apretó los puños y lo siguió por las calles.

-Espera!- Vociferó; Bankotsu rodó los ojos y se detuvo -demonios- susurró. -Ella está confundida. Solo déjala en paz de una vez.- Aquellas palabras sonaron más como súplica que como ofensa, el moreno soltó una carcajada reprimida al escuchar tales cosas.

-Dejarla en paz? Mi vida es la que se está desmoronando, me estoy volviendo loco.- Exclamó sin pensarlo; En sus palabras podían apreciarse aquel caos y aquella inestabilidad. "No era un simple juego después de todo, eh?" Pensó ella. Una risita se escapó de sus labios, oír aquello la alivió.

-Entonces... puede que ustedes no sean tan diferentes como dices.- Objetó. El moreno frunció el ceño. –Todo está aquí.- Finalizó colocando su dedo índice en el pecho de su oyente para luego marcharse.

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El piso estaba en completo silencio, Kagome sirvió un poco de té frío en dos tazas medianas, las colocó en una bandeja junto con algunos snacks y los llevó hasta la mesa contigua al sofá. El pelirrojo se sacó el móvil y la cajetilla de cigarrillos del bolsillo y tomó asiento.

-Que tal la vuelta a casa?- Preguntó ella rompiendo la pausa.

-Nada mal, aunque en el hospital me tenían como a un niño.- ... –Pero eché de menos a estos.- Reconoció su interlocutor señalando la cajetilla de Malboro y curvando sus labios en una media sonrisa.

-Déjalo ya o va a matarte.- Intervino ella sin gracia.

-De todas formas moriré.- Ren se acomodó los brazos detrás de la nuca y se volvió hacia ella inclinando la cabeza. –Y bien... había algo que querías preguntarme, ¿cierto?-

Kagome asintió con la cabeza.

-Yo... quiero saber qué fue lo que pasó exactamente esa noche.- Ren se rascó la cabeza y exhaló un suspiro profundo, parecía haber estado esperando aquella pregunta.

- Como sabrás, nuestra labor es ciertamente particular... Los clientes llegan a nosotros, nos detallan cual es el problema, hacemos nuestro trabajo y nos dan la paga...-

-Ustedes son matones a sueldo, lo comprendo perfectamente.- Soltó ella sin rodeos. –Continúa.- El chico abrió los ojos ante la ausencia de sensibilidad, se aclaró la garganta y prosiguió con su explicación.

Los finales son nuevos comienzosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora