5. Escaleras y vino

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Era sábado al mediodía. Sortilegios Weasley estaba repleta de gente. Los niños correteaban buscando nuevas bromas, por otro lado a un hombre se le resbalaba de las manos una piedra de polvo de oscuridad instantánea e impregnaba el pasillo del fondo de una oscuridad que hizo gritar a más de uno. Los hermanos Weasley cobraban sin parar. Era un gran sábado. El tintineo de la puerta sonaba y sonaba. George alzó la mirada hacia la puerta de entrada, observando la marabunta de clientes que tenían y la vió. Lis estaba parada a un lateral, intentando gestionar la cantidad de bullicio que se encontraba en el interior. El pelirrojo sonrió, terminó de cobrar al cliente y le pidió a Ron que siguiera. Ron lo vió partir flechado hacia la puerta e identificó a Lis. No la había visto nunca, pero sí supo identificar la mirada que ella le hacía a su hermano. Incluida una pequeña sonrisa que le apareció a la muchacha cuando vio al hombre ir hacia ella.

- Hola, disculpe, no sabía que estaría tan ocupado - se disculpó Lis.

- Para usted siempre tendré tiempo - sonrió el pelirrojo.

- Le he traído tarta. Para que no la echase de menos - bromeó Lis. No se le ocurrió otra excusa mejor para volver a verlo.

George recogió el paquete con una sonrisa que enseñaba hasta los dientes.

- ¿Le apetece dar un paseo conmigo? La buscaré al salir de la tienda.

- Le espero, entonces.

Lis asintió y se despidió del pelirrojo. Este la miró marcharse hacia su pastelería a través de la ventana, olvidando el bullicio de la tienda y con la caja aún en las manos. Se despertó del ensimismamiento y volvió corriendo a ayudar a su hermano a atender a los clientes.

- ¿Eso que tienes ahí es tarta? - preguntó Ron, mientras se despedía con la mano de un cliente, y miraba con suculentos ojos el paquete.

- Esto que tengo aquí, hermanito, es la prueba de que le gusto tanto como ella a mí.

____

Lis escuchó la campana de la puerta justo cuando acababa de terminar su pequeña innovación. Sabía que era él. Se quitó el delantal y se sacudió de las mangas restos de harina. Abrió la puerta de la cocina y lo vió plasmado, esperándola con una enorme sonrisa. Llevaba una pequeña flor violeta. Ella hizo su particular mueca y le invitó a pasar a la cocina.

La cocina estaba limpia. Los domingos descansaban y Lis lo dejaba todo predispuesto para que la vuelta fuese más fácil, aunque mentiría si dijese que algún domingo no se lo pasaba probando nuevos sabores y nuevas formas para sus pasteles.

- ¿Quiere probar un nuevo sabor?

George quedó tentado. Sabía que se refería al pequeño bizcocho esponjoso que estaba en la isleta, pero deseaba que fuese un bocado de ella.

- Por supuesto - contestó George, tras coger la cucharita de café que le ofrecía.

Al unísono, probaron la tarta, la saborearon. Tenía un dulce sabor a canela.

- Es impecable, señorita Graham - confesó.

- Estoy probando un nuevo sabor, creo que he logrado tener la base -dijo ella orgullosa.

Se acabaron el trocito de pastel que quedaba, se abrigaron y salieron a su paseo sin destino fijo.

- ¿A qué casa de Hogwarts perteneció? No recuerdo haberla visto por el castillo - preguntó inocentemente George.

Los diferenciaban cinco años y lo más seguro es que el pelirrojo no mirase a las de primer año. Lis dudó en contestar. Pero no podía negar que cada vez que miraba al pelirrojo sentía una paz interior que no había sentido nunca. Y sabía que si quería mantener esa amistad, tenía que dejar entrar a las personas.

Cinnamon Cake (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora