Prólogo

355 15 2
                                    

En el infinito vacío de la nada misma, yacía un alma sin cuerpo físico que abría sus ojos sin entender el motivo o razón de que aún fuese capaz de ver, o bueno al menos eso parecía, ya que el oscuro del vacío en donde se encontraba no lo dejaba ver absolutamente nada.

¿Se supone que tengo que darte una segunda oportunidad, creación? — Fue la cuestionante de una extenuante luz cuyo brillo empezaba a engrandecerse de sobremanera dándole un aspecto luminiscente a aquella oscuridad.

El alma sin cuerpo solo quedó en silencio, pues no entendía lo que estaba sucediendo, ni mucho menos entendía qué hacía con vida en aquel lugar infinito; ¿no se supone que tendría que estar muerto? Sí, pero entonces qué hacía en aquel lugar aún con "vida".

La luz potente que antes le había hablado volvió a mencionar palabras, diciéndole:

¿Me responderás? — Fue la segunda cuestión de la voz aplastante que se manifestaba en la inmensidad del vacío.

¿Estoy vivo aún? ¿Qué hago aquí? — Preguntó el alma completamente confusa a la luz, quien le respondió, diciendo:

No, no estás vivo, pero si quieres saber qué haces aquí, pues te lo mostraré — La luz tras aquellas palabras se hizo cegadora a la vista del alma, quien pudo observar en tercera persona los sucesos que le habían ocurrido antes de estar allí.

Resulta que, el perteneciente físico de esa alma había salido de una cafetería, en donde antes estaba comiendo tranquilo juntamente con un chico el cual, al parecer, era amigo del otro chico del cual pertenecía el alma. Ambos salieron tranquilamente de la cafetería, donde fueron interceptados por una patrulla de policía, quienes a su vez estaban siendo acompañados por un pelotón de militares armados hasta los dientes.

Tal suceso sorprendió en gran manera a los chicos, quienes se quedaron petrificados al instante al ver como la ley les apuntaba con cientos de armas de fuego, mientras una voz desde un megáfono les gritaba:

¡Arriba las manos! terroristas — La voz de aquel policía la cual había pronunciado aquel tan denigrante adjetivo para los chicos menores de edad solo hizo entender a los jóvenes la confusión de los policías y militares.

Ambos chicos alzaron las manos rápidamente, con el corazón latiendo a mil por segundo. Unos militares con escudos se acercaron lentamente ante cualquier posible trampa que pudieran encontrar debajo de sus pies como ya era clásico del terrorista que al parecer estaban buscando.

De la nada, una explosión de altas magnitudes hizo volar toda la cafetería donde antes se encontraban los jóvenes; tal explosión, llevó uno de los escombros a alta velocidad a la cabeza del huésped de aquella alma, quien finalmente comprendió el destino que había sufrido como para llegar allí.

Ahora comprendía que estaba muerto, pues recibió un golpe de un escombro bastante grande en la parte trasera de su cabeza, lo que probablemente causó la ruptura de un hueso y posterior muerte cerebral.

¿Ahora comprendes todo? — Preguntó una voz ahora infinitamente más potente que la anterior, mientras aquel lugar se esfumaba por completo, dejando ver una luz ultra potente sentada sobre un gran trono blanco. Frente al ser de poder absoluto, creador de todo lo que se conoce, conoció y conocerá como omniexistencia el alma respondió:

No lo sé señor, tú lo sabes — La respuesta dada por el alma hizo responder al omnipotente ser con un simple gesto de sus manos, transformando todo aquel espacio oscuro a un lugar x del universo que él pertenecía.

Te daré la posibilidad de volver a la vida, pero no en tu dimensión, así que ya conoces el proceso — Dijo Dios a la pequeña alma, quien solo recordó las cientos de historias ficticias que leía o escuchaba por internet, de personas quienes perdían su vida en carne y volvían a la vida en otra dimensión elegida por ellos con una cantidad <<x>> o <<y>> de deseos.

El Saiyajin Prodigio - Yo en Dragon BallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora