Slave of Freedom [TMNT]

Necesita aprender

La chica se adentró a la zona de pesas, donde Raphael ya estaba esperándola recostado, levantando aquella barra con peso exagerado, cargándola como si de aire se tratase.

Sus ojos verdes se posaron sobre la recién llegada, quien lo miraba con esos ojos curiosos e hipnotizantes.

Dejó la barra en el descanso y se sentó, secándose el sudor de la frente y el cuello.

-¿Lista para entrenar?- preguntó detallando la ropa de la pelirroja.

Un short deportivo y una camiseta sin mangas holgada, su cabello lo sujetó en una coleta baja.

Algo simple, funcional y práctico.

Le mostró algunos calentamientos para comenzar, no quería arriesgarse a que sufriera un calambre por empezar con el cuerpo frío.

Supuso que utilizar armas sería muy precipitado así que inició con cosas básicas que iba recordando de cuando Splinter comenzó a entrenarlos.

Golpes, bloqueos... cosas de bajo nivel para la defensa personal.

La chica repetía los movimientos que hacía la tortuga con presición.

Quería demostrarle que podía ser tan buena como ellos.

Quería demostrarles que era de utilidad.

-Aprendes rápido- aduló, observándola con una sonrisa de satisfacción en el rostro -Eso me agrada.

-Gracias...- respondió apenada al ver que Raphael se acercaba a ella hasta quedar justo en frente.

Zareen no lograba entender por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera con el temperamental, sus mejillas ardían y le era inevitable posar sus ojos sobre su rostro.

Como si quisiera aprenderse de memoria sus facciones y sus gestos.

-Ven aquí- tomó sus pequeñas manos y las hizo puños -Vas a golpear mis manos, ¿Sí? Trata de hacerlo fuerte- colocó sus grandes manos enfrente con las palmas extendidas -Te espero.

Zareen dudó un momento.

¿Y si lo lastimaba?

-¿Estás seguro, dragoste?- preguntó con una clara duda en el tono de voz.

-Hazlo, no pasará nada- respondió confiado, realmente no creía que pudiera hacerle nada en esa forma.

Y así lo hizo, cada orden fue acatada por la pelirroja al pie de la letra, no quería arriesgarse a sufrir las consecuencias de desobedecerlo.

Aún podía recordar ese desagradable cosquilleo en su pecho y espalda.

Golpes por acá, bloqueos por allá, hasta que la tortuga temperamental supo que era suficiente.

Le gustaba ver que la chica se esforzaba, lo veía reflejado en sus músculos tensos, apenas visibles bajo esa fina piel brillante por el sudor.

Sus jadeos lo llevaron lejos en su imaginación, visualizando una escena que lo puso peor que su propia bandana.

Una melena pelirroja sujetada por su propia mano mientras con la otra sostenía con firmeza su pequeña cintura, su cuerpo aperlado por el sudor brillando y agitándose cuando era embestido sin piedad por él.

-¿Dragoste?

La suave voz lo sacó de su burbuja, encontrándose a la chica de ojos dorados mirándolo con curiosidad y extrañeza.

Carraspeó la garganta para terminar de espabilar y desvió la mirada.

No era común que él tuviera esa clase de pensamientos, claro que vivió esa etapa de las hormonas pero, creyó haberla superado.