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Todos los días iguales.

Enfrentar algún crimen menor, asegurarse de que no surja otra fechoría, ayudar a los demás en cualquier cosa que necesiten, descansar.

Ser un héroe en Mobius no era algo que hubiera esperado, pero en definitiva se sentía bien ayudando a los demás.

Y por supuesto, no podía faltar la compañía de su amiga Blaze, quien también le hacía frente a los delitos junto a él.

Aunque, en un mundo completamente avanzado en lo que a tecnología respecta, su deber como héroes ya no estaba tan presente. Cada vez eran más las máquinas que se encargaban de darle fin a cualquier plan ilegal y demás.

Así que se podía decir con seguridad que, en su época, los héroes ya no eran tan necesarios.

¿Trabajar en una cafetería? —hizo una pausa para beber de su té—. ¿Aún hay cafeterías con personas como empleados?

—Sí, hay una en la villa. A la gente le gusta ir ahí porqué es un respiro de tanta tecnología y dicen que los postres son cien veces mejor que algo que pueda crear una máquina.

¿No está demasiado lejos?

—Sí, pero puedo llegar rápido con mi telequinesis, al menos eso quiero suponer. Tan solo... me gustaría cambiar mis rumbos.

No suena mal. Entonces, ¿cuándo comienzas?

—Me dijeron que podía empezar mañana mismo, así que supongo que iré apenas amanezca.

¿Vas a manejar un horario mañanero? No creo que sea la mejor idea.

—¿Por qué lo dices? —se recargó en el barandal de su balcón, acercando con su telequinesis el teléfono para poder escuchar mejor a través del alta voz.

Tienes el terrible habito de quedarte despierto hasta muy tarde.

—Tengo... buenas razones para eso.

Sí, seguramente —se escuchó un suspiro de su parte—. Suerte en tu nuevo trabajo, no te duermas tan tarde.

—Está bien, no lo haré —era mentira.

Un pitido se escuchó y con eso la llamada se dió por terminada.

Mientras pensaba en la sugerencia de su amiga, le prestó mayor atención al paisaje.

Las estrellas no eran muy visibles en la ciudad, pero aún así podía ver algunas esparcidas por el panorama, repartidas como escarcha sobre una linda tela de colores apagados, y en una esquina, un gran y redondo aro con destellos azules.

Lo que más le gustaba de la noche era ver la luna, percibiendola siempre de un tenue celeste, incluso si originalmente era de un gris blanquecino.

Un pinchazo llegó a su corazón, su vista se volvió borrosa por unos segundos.

Desde su niñez desarrolló una extraña fascinación por ver la luna. Incluso en las noches más frías, ella era como un abrigo que lo cubría con tan solo verla.

Al admirarla, constantemente le abrumaban sensaciones desconocidas. Recuerdos borrosos y sin sentido que no le pertenecían, pero que al mismo tiempo, se sentían como si los hubiera vivido en carne y hueso. 

Los recuerdos se sentían dolorosos y... al mismo tiempo, cálidos.

Era una sensación tan extraña que no podía dejar de acudir a ella. Era como si algo le estuviera gritando que había algo más importante por detrás, mas no podía descubrir qué.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2023 ⏰

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