Prefacio.

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La chica trataba de correr lo más rápido posible. Su cabello se desató durante la persecución. Un hombre desconocido con capucha negra le había estado persiguiendo por todo el subterráneo.

 Las luces parpadeaban débilmente dándole un aspecto de película de terror. Solo podía mirar hacia el frente. Sus piernas se debilitaban por cada paso largo que daba, hasta que al fin se quedó sin aliento.

 No tuvo otra opción más que detenerse al lado de unos pequeños bancos ubicados en la estación. 

Estaba jadeando y con la cara enrojecida. Miró hacia atrás para ver si el sujeto aún la estaba persiguiendo, por suerte no había nadie detrás de ella.

Se sentó en unos de los bancos para recuperarse.

 Su pecho subía y bajaba enérgicamente al tiempo que tomaba sus pastillas para la ansiedad. 

Su médico las había recetado dos meses antes por su alto nivel de estrés, pero esto ya era demasiado. 

Sus ojos azules brillaban con intensidad, mientras que su garganta cortaba el aire.

Tras calmarse un poco se levantó del viejo banco y se digirió con pasos largos fuera del subterráneo. 

Echó un vistazo a las oscuras y solitarias calles y no pudo evitar sentir escalofríos. No había nadie allí. 

Ni una sola alma, ni un imprudente borracho, la calle estaba totalmente vacía. 

Miró su reloj, pero ni siquiera se pudo fijar en la hora.

 Entró las manos en sus bolsillos, empuñando una pequeña navaja que traía su llavero. Sus pasos eran apresurados, como los de un obrero a quien se le hace tarde para el trabajo.

 Luego de unos pocos minutos caminando (los cuales parecieron como horas para ella) pudo divisar la casa de ladrillo sólido que le hacía sentir tan segura. 

Cruzó la calle rápidamente y se dirigió a la puerta de madera de su casa. Trató de entrar las llaves en el picaporte, sin mucho éxito, ya que sus manos estaban sudadas.

 En eso sintió un extraño hormigueo que le recorrió todo el cuerpo. Su cuerpo se quedó inmóvil. Sus manos no respondían las órdenes de su cerebro. Quería gritar y correr, pero simplemente no podía.

—No te escaparas esta vez—susurró a su oído con una voz indescifrable—Ya te tengo. 



Heyyyy!!, spero que se encuentren bien. Bienvenidos a mi mundo de locura. Les dejo esta historia después de un año de bloqueo escritor. Nunca me había animado a publicarlo por acá, pero vueno, khe maz da. 

Dejen sus comentarios. Sus preguntas. Su hate. Todo lo que quieran. Sin Más...disfruten.

Xoxo-Camm

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