VIII

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Rebecca salió del lugar para dirigirse a su casa. Se sentía muy molesta.

 Por alguna razón el Dr. Cruiser defendía a su madre y eso la confundía. 

Tomó un autobús de vuelta a su casa. Luego de media hora había llegado. Sacó la llave de su bolso y abrió la puerta para encontrarse con una desagradable sorpresa: los agentes Willis y Gonzáles descansaban plácidamente junto a su madre en el sofá de su casa. Becca no pudo disimular su disgusto ante la inesperada visita.

—Rebecca, al fin llegas. —dijo su madre con una sonrisa tímida.

—Buenos días, señorita Jones. No sé si nos recuerda, soy la agente Mara Willis y él es mi compañero Devon Gonzáles. Estamos aquí para hacerle algunas preguntas.

—Sí, los agentes tienen desde la mañana esperando por ti.

—Ah...pero ¿no tienen ya la información suficiente? Digo, hace solo unos días que me interrogaron. —argumentó tratando de sonar confiada ante la situación.

—Si, señorita, pero como sabrá este caso está activo, lo que quiere decir que siempre habrá un nuevo avance. —respondió Gonzales ante su pregunta. Ese hombre sí que era difícil de convencer.

—Entiendo...

—Los dejaré solos para que hablen.

—Bien, retomando, quisiéramos resolver una situación con usted señorita Jones, obviamente si se siente cómoda en hacerlo.

—¿Acaso tienen una orden para esto? —preguntó Rebecca ante la petición del agente.

—Me imaginé que preguntaría eso. Así que, sí, tenemos una orden judicial para interrogar a cualquier persona involucrada en el caso.

—Pero yo no estoy involucrada en esto, yo solo fui a esa fiesta.

—Esa misma razón es que la convierte en testigo de los hechos, señorita Jones. No la estamos culpando de nada, solo investigamos. —explicó Willis tratando de calmar la evidente tensión.

—Supongo que si no hizo nada no le importará responder nuestro cuestionamiento.

—No, no me molesta, para nada.

—Bien, vamos a continuar. Señorita Jones, usted nos dijo que se fue de la fiesta unas dos horas antes del suceso y que el señor Parker lo podía confirmar, ¿cierto?

—Si.

—La agente Willis y yo confirmamos su cuartada. El señor Thomas Parker afirmó que la vio salir del lugar, pero hay algo que no encuadra en esta situación. Usted misma nos dijo que su amiga era la señorita Astrid Lawrence.

—Si, ¿Cuál es el problema?

—El problema. —dijo Willis tomando el control de la conversación. —es que esta persona no está registrada en ningún documento escolar.

—¿Qu-e quiere decir?

—Que no encontramos ni una sola persona con ese nombre en toda la escuela.—explicó Willis.

—No entiendo nada, y-yo, ella es mi amiga, quizá no buscaron bien.

—Rebecca, ¿puedo llamarte así? —ella asintió lentamente. —Sé que a veces cuando nos encontramos en situaciones de esta magnitud no queremos exponer a nuestros amigos, pero debes saber que esto es algo grave y si tratar de cubrir a tu amiga todo empeorará. —explicó la agente melifluamente.

—Y-yo no la estoy encubriendo, ese es su nombre, lo juro.

—Perfecto. Eso es todo señorita Jones, si recuerda algún detalle puede llamarnos a esta tarjeta. Gracias por su tiempo. —dijo Gonzales mientras se paraba.

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