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Rebecca dio un salto en la cama, encontrándose con los cegadores rayos del sol mañanero. Había tenido una pesadilla, una muy aterradora.

 Se incorporó lentamente rascando su largo y castaño cabello. Se quedó un momento analizando la situación. Había soñado lo mismo demasiadas veces, todos los días era la misma pesadilla; un hombre enmascarado la perseguía por el metro y no era hasta que llegaba a su casa que la asesinaba. Era algo desesperante y muy extraño. 

Se levantó de la cama de mala gana, mirando su reloj. "Siete y diez" susurró para sí misma, era hora de ir a la escuela.

Después de unos minutos ya estaba lista. 

Se había puesto unos lindos Jeans ajustados, con un suéter y unos tenis Converse; ella no era para nada lujuriosa con la ropa, su estilo era muy casual y práctico. Se miró en el largo espejo de su habitación, sus ojos azules estaban tristes y unos pequeños anillos grises los rodeaban. 

Ya no era la misma de antes. Su brillo y su luz se habían esfumado. Comenzó a tener recuerdos fugaces.

Tres años atrás...

Su padre estaba sentado justo en la primera fila con los pulgares levantados y una hermosa sonrisa. Era su recital de piano.

 Como de costumbre sus padres la habían acompañado, pero esa vez era diferente a los recitales anteriores; esa vez estaba audicionando para entrar al Carson College, el instituto musical más prestigioso de todo el país.

 Sus manos estaban sudando, como cada vez que debía tocar el piano delante de muchas personas, no es que hubiera muchas allí en ese momento, pero las personas que estaban eran claves para definir si entraba o no a esa institución. 

Llevaba puesto un hermoso vestido hasta debajo de las rodillas que le hacían parecer una princesa. —Rebecca Jones-Bennett—dijo una mujer por el micrófono.

 Becca se sentó en el banquito del piano después de escuchar su nombre, abrió la tapa del piano y con delicadeza puso sus dedos en el órgano, cerró sus ojos y comenzó a tocar la dulce y perfecta pieza. "El lago de los cisnes"

Abrió sus ojos al escuchar los alaridos del público, quien la recibió con grandes aplausos.

 Pudo ver los rostros sonrientes de sus padres entre las personas presentes. 

Se sintió tan orgullosa de sí misma, todo el dinero y el tiempo que sus padres habían invertido en ella por fin daban sus frutos. Bajó del escenario para encontrarse con sus padres.

—Estuviste increíble—le dijo su madre con emoción.

—Seguro te ganaste ese pase para entrar a estudiar aquí—rectificó su padre

Los tres se acercaron a la mesa donde le entregaron una hoja de papel con unas pequeñas letras en rojo.

—Lo siento—admitió la secretaria—tu presentación estuvo maravillosa, pero lamentablemente no tienes lo suficiente para entrar aquí.

Rebecca se quedó inmóvil.

 No podía creerlo. 

Después de tanto esfuerzo, tanto tiempo y dinero ellos simplemente le dicen que no tiene lo necesario. 

Miró a sus padres con los ojos lagrimosos en busca de una respuesta a lo que estaba pasando, pero ellos simplemente le regalaron una sonrisa triste.

—Muchas gracias—dijo su padre a la secretaria

Los tres salieron tristes. Era la oportunidad más grande de su vida. Estudiar en un lugar tan prestigioso era algo que no tenía precio. 

Se subió en el auto sin muchas ganas. Sus padres la veían desde los asientos de conductor y copiloto, su padre como era costumbre trató de animarla.

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