IV

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Domingo en la noche. Becca se estaba alistando para salir.

 Por primera vez en su vida iba a ir a una cita con un chico. Bueno, no sabía si llamar "cita" al encuentro con Zayn. 

Él era un chico diferente, nada convencional. No era de esos que te invitaban al cine o te pedían que fueses su novia, simplemente era Zayn. Pero Astrid insistió que debían tener una cita para conocerse, Becca aceptó y aunque Zayn no estaba muy seguro en principio, aceptó.

Desde el incidente con Randall, dos meses atrás, Rebecca no se había animado a salir. Pero se decidió a hacerlo, no podía quedarse encerrada para siempre.

Trató de no exagerar mucho con su vestimenta, pues se trataba de una cena en su casa, pero al mismo tiempo quiso enfatizar sus rasgos. 

Su maquillaje era ligero como siempre que lo usaba. Tenía unos vaqueros, un suéter de rayas que le encantaba y unas botas, muy clásico. 

Después de algunos minutos, salió hacia la casa de Astrid y Zayn, la cual estaba a unas cuadras de la suya.

Tocó el timbre hasta que la puerta se abrió frente a ella.

 El fornido cuerpo de Zayn descansaba sobre el marco de la puerta, haciendo sonrojar a Becca inmediatamente.

 Era perfecto. Su piel aceitunada. Su rostro perfilado. Sus ojos verdes místicos. Su cabello atado en una cola...

Rebecca espantó sus pensamientos para no quedar como tonta. 

En cambio, le dio una sonrisa tímida a Zayn, quien tomó su mano para hacerla pasar. Al entrar a la casa pudo sentir el fresco aroma a naranja y canela que caracterizaba las visitas de Astrid a su casa.

 Fueron a la sala, donde había una mesa. Estaba decorada y tenía comida. Queso. Jamón. Pan francés. Aceitunas. Chocolate caliente. Vino.

—¿Te quieres sentar? —preguntó Zayn con un tono dulce.

Becca asintió.

—Gracias, Zayn. Esto es...hermoso.

—Astrid lo hizo. Yo soy muy malo para la decoración. —dijo rascándose la cabeza. —Yo solo cocino.

—¿En serio? ¿Te gusta cocinar?

—Sí...es de las pocas cosas que me hacen sentir bien. Además de estar contigo.

Rebecca no pudo evitar sonrojarse, le pasaba siempre que estaba con él.

—Me gusta cuando te sonrojas. —Zayn solía ser muy directo.

—Eh...yo...—aclaró su garganta. —Me preguntaba donde estabas...tenía mucho sin verte.

—¿Me extrañaste?

Una ola de mariposas estomacales invadió a Becca, quien trataba de hacer lo posible para no verse desesperada.

—Bueno, yo...no lo sé.

—Yo si te extrañé. Mucho.

—¿Por qué nunca me escribiste un mensaje entonces? —a pesar de que Zayn era el chico de su vida, debía mantener su dignidad.

—¿Mensaje?

—Sí, o una llamada. Es lo que la gente hace. Vivimos a unas cuadras, pudiste subir a mi techo...—su voz era gentil, pero represiva a la vez.

—No tenía el valor para hacerlo.

La respuesta de Zayn la sorprendió bastante. Él nunca se expresaba de una manera que lo dejase ver como débil o incapaz.

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