Camino a la tranquilidad -COMPLETO-

Capítulo X

¡Y hemos alcanzado dos dígitos! Gracias a los dioses por eso.

PD : Aquí, Orión es un hijo de Poseidón. Sé que fue llamado gigante en la Sangre del Olimpo, pero solo enciéndelo por el bien de la historia. Hola, es mi historia.

Nota: NO soy dueño de PJO o HOO. De lo contrario, no estaría cargando esto aquí.

Capítulo X

La semana anterior había estado gravando a todo el grupo, pero no fue tan malo como podría haber sido. A pesar de que su respuesta había sido vaga, Artemisa aparentemente había reinado en sus cazadores al lanzar insultos cada segundo despierto. O tal vez estaban tan agotados mentalmente como los otros semidioses.

Se escondían en un pequeño granero abandonado mucho más allá de las afueras del asentamiento más cercano. Desde hace dos días, su ruta había estado infestada de monstruo tras monstruo; demasiados para participar individualmente. Su progreso se había ralentizado a un arrastre, apenas logrando cubrir quince millas por día. Después de cubrir casi doscientas millas en la primera semana, tendrían la suerte de hacer la mitad en el próximo período. Llegarían a su destino final en cuatro meses, casi exactamente el período de tiempo que Monaxiá había predicho.

Un estado de ánimo triste colgaba en el aire cuando los bufones se retiraban hacia sus propios lugares, la conversación no se podía desencadenar entre ellos. Afuera, podían escuchar el olfateo de una manada de sabuesos que habían decidido que el campo era el lugar perfecto para descansar. Habían estado encerrados en el cobertizo durante casi dos horas. El sol ascendió a su punto máximo mientras esperaban, brillando intensamente a través de las ventanas sucias pero perdiendo el calor asociado con él.

Monaxiá estaba involucrado en una conversación suave con su compañero dios. Apolo pensó que sería mejor tomar el barco más cercano y usar los poderes de Monaxiá sobre el agua para correr hacia su objetivo, señal condenada. Sin embargo, Monaxiá simplemente sacudió la cabeza.

"El destino lo dejó claro cuando entregaron la profecía. Se supone que debemos cruzar bosques y lagos; algo que no podemos hacer si tomamos la ruta sobre el mar. Probablemente seremos derribados o sufriremos grandes bajas si intentamos hacerlo. Pensé que recordabas tus profecías, Apolo."

El Dios de la Profecía emitió una risa hueca. "Lo hice, hasta que el destino decidió que quedarme en la oscuridad era más importante."

Su amigo más joven suspiró de nuevo. Parecía estar haciendo eso con bastante frecuencia últimamente. "Bueno, me quedaré a la vuelta de la esquina por algún tiempo. Llámame cuando nos movamos." Diciendo esto, se alejó del resto, sentado de espaldas contra una de las vigas de madera. Su barbilla se hundió para descansar contra su pecho, su capucha cubriéndose la cara incluso más de lo habitual. Por más que lo intentara, no pudo evitar volver a sus recuerdos de tiempos similares a este.

Percy descansó en un pequeño cobertizo cubierto de maleza, su mal dormido salió al suelo. Acababa de terminar de entregarle una niña a Lupa antes de irse. Agradeció a los dioses que había pensado en teñirse el pelo y usar un par de contactos. Nadie confundiría a nadie de cabello castaño y ojos marrones con Perseo Jackson, Salvador del Olimpo.

Los últimos meses habían sido duros con él, especialmente justo después de su partida del campamento. La primera semana no quería pensarlo. Se había necesitado todo para enterrar el dolor.

Había vagado por el desierto, sin saber qué debía hacer. Durante algún tiempo, consideró simplemente irse a otro país y establecerse, lejos de la locura que actualmente llamaba su vida. Casi lo había hecho antes de que finalmente encontrara su vocación; tan poco probable como las circunstancias pudieron haber sido.