Villain [Kacchako]

11.

Se mira al espejo, un poco de maquillaje ocultaba a la perfección las ojeras que comenzaban a salir bajo sus ojos.

Un toque rosado en los labios y una ropa casual la hacía verse presentable para ir al mercado del centro y, sí algún fan la reconocía, poder dar con gusto una foto o autógrafo.

Se había puesto unos pantalones vaqueros algo anchos, una camiseta rosa y por encima una sudadera de la Nasa. Obsequio de Melissa y por ello una de sus favoritas. Esto junto a unas zapatillas blancas.

Toma su bolso y luego de revisar si posee lo imprescindible ( móvil, cartera, llaves, etc.) sale de su departamento y lo cierra con llave.

Debía de dar las gracias, puesto que esté sólo quedaba a diez minutos andando de la agencia de Ryukyu, pero el caso era que a la hora de hacer las compras del mes tocaba una buena caminata.

Pero claro, sólo cuando tenía que hacer las compras del mes, puesto que en la misma calle de tu departamento poseía una tiendecita en donde vendían unos Mochis de chocolate deliciosos. Además también vendían pan y pasteles caseros a buen precio.

Luego de varios minutos ya se empieza a notar cómo había todavía más gente de la usual en las calles, dando a entender que estaba cerca de su destino.

Va en dirección al mercado grande mientras miraba alrededor, era impresionante cómo las luces llamativas de los diferentes anuncios en los edificios conseguían hasta iluminar la calzada.

Recorre la calle mirando alrededor con aire risueño, le gustaba sentirse rodeada de colores y vida.

Una cabellera ceniza característica la saca de su ensañamiento y siente todo su cuerpo tensarse.

A pesar de la cantidad de gente que cruzaba de un lado a otro, a pocos metros de ella podía distinguir aquella espalda que reconocería en cualquier lugar.

El chico llevaba un abrigo rojo oscuro junto con unos pantalones negros y unas zapatillas del mismo color.

Ve como el chico de repente aumenta el paso, alejándose un poco de la gente. Sin dudarlo empieza a seguirlo, ya haría las compras más tarde.

Consigue seguirlo con la vista hasta verlo meterse en un callejón, se abre paso entre la gente con disculpas y llega hasta la entrada de este.

No lo ve por ningún lado, se muerde el interior de la mejilla, eso era un laberinto.

Mientras se encaminaba en dirección a una de las posibles salidas por las que se había ido el chico pensó en un segundo el porqué había decidido ir tras él.

Él era el único capaz de despertar esa extraña curiosidad dentro de ella. Esa sensación de querer saber acerca de él.