El plan

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- ¿Entonces todo fue un malentendido? - le pregunta Villa a través de la bocina.

- Así parece, llamé al teléfono que indica la organización del sobre y me indicaron que tenían en su base de datos al antiguo dueño de la casa, quien casualmente se llama Martín pero ahora vive en un geriátrico. De locos ¿No? - le cuenta Martín.

- ¿Usted se está escuchando? ¡Parece una película de Navidad! Búsquela y enamórense o algo.

- Sí, claro, usted lo ha dicho, eso funcionaría en una película pero esto es la vida real, Villaco. La vida es más jodida que eso - dice Martín jugando con sus manos mientras pone el teléfono en speaker y toma la carta que recién le llegó de Estefanía.

- ¿En qué momento dejó de ser el fuckboy de la banda y se convirtió en esta bola de nostalgia, mi niño?

Le gustaría poder responder esa pregunta, pero la realidad es que ni él mismo lo sabe.

Lo cierto es que Martín es un alma enérgica que tiene una luz particular que comparte con el mundo aún en sus momentos más oscuros, pero esa luz dentro de él se ha vuelto un poco más tenue con el tiempo.

Suspira frente a la bocina como única respuesta y Villamil retoma la palabra.

- Marto yo de verdad quisiera decirle que lo entiendo pero eso sería mentirle. Sí, es muy jodido sentir que tu vida ya no te pertenece y que todo el mundo se sienta con el derecho a opinar sobre lo que haces, pero es parte del trabajo y después de todo nosotros sabíamos que esto podía pasar.

- Pero estoy cansado Villa, cansado de sentir que ya no soy Martín sino que solo soy el baterista de Morat... Hermano es muy difícil vivir día a día queriendo volver a casa y alejarse de la fama un rato, pero es aún más abrumador venir cada seis meses a pretender recuperar una vida que claramentente no es la misma que uno dejó porque nadie para porque nosotros estemos de gira y el corazón me retumba como un bombo porque sé que ustedes tres sí tienen a dónde volver... Pero a mí nunca nadie me está esperando y no le voy a mentir, eso duele.

- Wow, no tenía idea de que se sentía así.

- Es horrible Villa, a veces hasta pienso que me vendría mejor dejar la banda. Luego recuerdo que ustedes son mi lugar en el mundo y se me pasa, pero la verdad a veces solo quisiera ser una persona normal de nuevo...

- ¡NIÑO! - escucha gritar a Villa por el altavoz y se calla automáticamente - ¡Se me acaba de ocurrir probablemente la mejor idea del año! Va a sonar loco pero no me vaya a interrumpir, escuche...

Y es así como Juan Pablo Villamil, uno de sus mejores amigos, le da la idea que lo cambiaría todo.

A la par, Estefanía está en el café con Yoelina atendiendo a un par de clientes.

- ¡Qué coqueto! - dice Yoe con el trozo de papel en sus manos - ¡Dizque abrazarlo fuerte! ¿Será un viejo verde?

- No creo, por como se expresa y por lo de los patines en línea y la finquita debe ser contemporáneo con nosotras, o eso creo - le responde Nia.

- Yo digo que lo invites a salir - dice la ojiverde sirviendo un par de cafés con caramelo.

- Ja, ja. Gran chiste, ahora cuenta uno de vaqueros.

- ¡No estoy jugando! ¿Qué podrías perder?

- El tiempo, amor. Y la verdad no es que me sobre como para perderlo una vez más en un man que querrá que le dedique ocho horas diarias que son justo las que uso para dormir.

- ¿Sí sabes que los hombres no son todos iguales, no?

- No sé y no tengo tiempo de averiguarlo, pero pues gracias por la aclaratoria.

Yoelina larga un bufido y se da media vuelta para entregarle los cafés y dirigirse a encender las pequeñas luces navideñas que Nia colocó alrededor de la tienda.

Una vez que esta entrega los cafés vuelve a la barra y toma la carta para leerla por enésima vez.

- Solo diré que tenía meses sin verte sonreír así. Entonces espero que de verdad le mandes otras 40 cartas al tal Martín.

Nia se sonroja y dobla el papel para guardarlo en el bolsillo de su delantal.

- Se me ocurrió algo para sacar algo más de plata por estos días en el local... Hagamos una noche de karaoke de Morat - le cuenta su más reciente idea a la morena para cambiar de tema.

- ¡Ay eso suena genial! - dice Yoe - Pero hay que hacer mucho ruido para que la gente se entere y venga... Podemos hacer cafés especiales ese día con los nombres de las canciones o yo qué sé ¡Ya sé, les pediré a Eliana y Guada que hagan carteles! - se emociona con la idea.

- Bueno, listo, hagámoslo.

Es así como mientras ambas amigas planean su movida laboral del mes, Martín culmina de escribir una nueva carta.

Querida (pero poco) Nia:

En efecto puedes llamarme Martín a secas, porque de señor tengo muy pero muuuuuy poco.

Ahora que lo dices, tienes razón. Parece una movida del Niño Dios y en efecto usé los patines, me cogieron cinco puntos en el mentón que lo comprueban.

¿Tienes un café? Porque yo soy muy, pero muy fanático de la cafeína. Habrá que probar algo para confirmar que no es café instantáneo ;)

Por otro lado jamás vi El Expreso Polar, pero entiendo lo que dices, sin embargo, no logro encontrar esa magia de la Navidad en nada cerca y siento que cada carta que pasa me parezco más al Grinch, por lo que me gustaría cambiarlo y tomando en cuenta que pareces ser una maestra tan buena, quisiera pedirte una clase personal para poder cumplir con mi tarea.

¿Te gustaría acompañarme a buscar un poco de esa magia navideña en un lugar inesperado? Te dejo mi número al borde de la hoja por si te animas.

¿Y yo qué le hice para que me suspendiera los abrazos? La abrazo yo entonces.
Un abrazo (cordial y respetuoso, no como su feo saludo con la mano).

- Martín.

Una Carta de Navidad ~ Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora