Avalancha

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Estefanía no podía parar de pensar en que él buscaba a alguien que no lo conociera como al baterista famoso y que tenía sus razones para hacerlo. Si su subconsciente tenía razón y él se había acercado para besarla se sentía como una canallada haber seguido con esa farsa, porque creía que si él se estaba fijando en ella era solo por eso, por la necesidad de conectar con alguien de manera natural, aunque ella sabía que esa conexión no era del todo real.

Ella era su fanática, sabía de memoria los nombres de todas las modelos con las que él había salido y no había ni una sola coincidencia entre esas mujeres y ella.

Martín, por su lado se avergonzó de inmediato por ese movimiento rechazado, creyendo que quizás fue demasiado apresurado, pero es que él siempre fue un hombre muy racional, muy de meditar sus decisiones mil veces antes de tomarlas, pero con ella todo se sentía distinto. No necesitaba fingir ni ser alguien más, no necesitaba sobrepensar en cuál sería la reacción de ella ni tener que medir cada uno de sus movimientos y palabras para no espantarla o alejarla, cosa a lo que él ya estaba profundamente acostumbrado.

- Creo que tu árbol debería ser diferente, porque tú eres diferente - Estefanía rompe el hielo después del momento incómodo.

- ¿Cómo así? - pregunta él.

- Entre más veo esas esferas navideñas, más me doy cuenta de que no van contigo... - Como yo quiso agregar - Así que ¿por qué no le agregas tu toque?

Martín le da un breve vistazo a todas las cosas que hay en la sala y se le enciende el foco cuando ve un paquete de muestras de tela que le llegaron hace poco para comenzar su nueva colección.

Toma algunos retazos y comienza a agregarlos al árbol mientras una gran sonrisa se le dibuja en el rostro.

- ¡Heeey tenías razón!

- Ya la Navidad comienza a ser más divertida ¿No es así? - dice ella con una sonrisa tímida.

Continúan agregando adornos poco comunes mientras hablan de trivialidades que no alcanzan la profundidad de los temas de más temprano porque Estefanía no quiere meterse de nuevo en la boca del lobo.

- Le falta algo - dice ella mientras busca con su mirada algo que realmente llame su atención cuando sobre un estante ve el elemento perfecto.

Toma las dos varillas de madera con el logo de Morat impreso en ellas y las coloca justo en la punta del árbol cruzadas entre sí formando una especie de estrella a su modo. Luego conecta todas las luces y el árbol estalla en una fiesta de colores.

- Parece que la estrella encontró su lugar - dice él.

Los ojos de él brillan y las luces color ámbar hace que se vean un poco más claros de lo usual, ella trata de memorizar su cara para grabarse este recuerdo que sabe que probablemente jamás se repita en la mente.

Su blanca sonrisa, sus cejas pobladas con el piercing color plata, los ojos achinados en las esquinas, el lunar que tiene en la mejilla, sus labios rosados decorados con los dos hoyuelos que lo caracterizan y un muy leve dejo de barba que recién comienza a crecer de nuevo...

Es en ese momento que él se voltea y la ve de la misma manera en la que veía el árbol solo unos segundos atrás, pero Estefanía le da todo el mérito a la magia de la Navidad.

- Bueno, creo que mi trabajo aquí está hecho - dice la morena dispuesta a irse para no permanecer más tiempo junto a él, no vaya a ser que su cerebro finalmente deja de oxigenarse bien y diga alguna tontería.

- ¿Tan pronto te irás?

- Martín es la una de la mañana - responde con una risita - Ya luego podremos vernos de nuevo.

- ¿Eso es una promesa?

- No, es una invitación, si accedes ya me escribirás vos.

- Me conformo con eso - le guiña el ojo - Te llevo a tu casa - se ofrece.

Él cumple su palabra y la lleva hasta su casa casi al otro lado de la ciudad y así es como el mejor día de su Navidad hasta ahora llega a su fin, sin saber que sería solo el inicio de una avalancha de nieve que los aplastaría eventualmente.

Al día siguiente Estefanía se despierta con su celular retumbando mucho antes que su despertador, lo toma con todo el miedo del mundo porque sabe que no debe ser una buena señal y que el café ha de estar inundado o ardiendo en llamas.

- ESTÁS EN LA TELEVISIÓN - le grita Yoelina del otro lado del teléfono.

- ¿Qué? - pregunta aún aturdida por el sueño del que acaba de despertar - No me vas a creer, anoche soñé que conocía a Martín Vargas - dice adormilada.

- NO SONSA, NO FUE UN SUEÑO. FUE REAL Y ESTÁS EN LA TELEVISIÓN, PON EL NOTICIERO - insiste Yoelina.

Estefanía se sienta de un brinco mientras busca el control remoto y cuando por fin da con él, están hablando en la sección de farándula del baterista de Morat y una chica misteriosa con la que lo vieron paseando a altas horas de la noche en su vehículo, fueron capturados por una fan que subió un par de fotografías de ambos saliendo de la casa de él y subiendo a su auto entre risas y miradas cómplices.

A Estefanía se le revuelve el estómago porque jamás pensó ser el centro de atención de la ciudad de la noche a la mañana, ni que alguien pensaría que ella estaba saliendo con Martín Vargas, toda su vida estaba dando un giro de 180° en cuestión de solo horas.

Se mete a sus redes sociales y ve cómo ya tiene cientos de menciones en Twitter citando tweets viejos en los que menciona que es fan de Morat, tweets donde expresa abiertamente lo mucho que le encanta Martín, recortes de Wattpad de un fanfic que muy claramente escribió sobre él y del que no se imaginó que nadie realmente importante supiera nunca, decenas y decenas de hechos y cosas aisladas que solo demuestran una cosa: ella obviamente sabía a la perfección quién era él.

Aún así la toma por sorpresa que su teléfono vuelva a sonar y que esta vez sea Martín Vargas el nombre que aparece en la pantalla.

Una Carta de Navidad ~ Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora