Magia

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Martín vuelve con un hoodie negro que Estefanía reconoce como lo que parece ser merch nueva de Morat porque tiene un leve OOH impreso en la parte frontal pero jamás había visto este modelo.

Él se lo extiende y ella lo toma aún con vergüenza, pero el frío efectivamente la está consumiendo por lo que decide deslizarse dentro de la suave tela, ha de haberlo usado recientemente porque de otro modo no tendría sentido que ese olor delicioso a ámbar amaderado con limón y pimienta.

No es como se imaginaba que él olería, pero de cierto modo le parece que tiene sentido que sea así. Al verla con la prenda que le queda graciosamente grande Martín por fin recuerda cómo se sentía emocionarse por una persona.

- Pero ahora definitivamente me debes un café - le dice él.

- ¿Tenés café?

- Ah ¿También trabaja a domicilio? - ambos se rieron - Sip, sígueme, la cocina está por acá.

Se adentraron un poco más a la casa hasta llegar a una cocina de mármol blanco con detalles en negro que relucía por donde la miraras.

Nia se puso manos a la obra con una cafetera romana mientras él la observaba atento pensando en la textura que debían tener esos rizos oscuros que le enmarcaban el rostro.

Él era un apasionado del arte y de la música, por lo que sus manos no podían evitar ser curiosas. Sin embargo, decidió tomar sus baquetas de las AirDrums que recién le había regalado su hermano para mantener sus manos ocupadas en algo que no fuese el cabello rizado de Estefanía.

- ¿Qué es eso? - preguntó con interés la morena.

- Una batería de aire.

- ¿Una qué?

- Creo que es más fácil si te muestro - le dice poniéndole sus audífonos. Comienza a tocar una melodía pop-rock que hace que los ojos de ella se iluminen a la vez que mueve la cabeza al ritmo de la música.

- ¡Es una batería invisible! - grita ella sin darse cuenta por el volumen de los audífonos.

Él ríe por esa manera de verlo, porque no podría estar más acertada.

Ninguno de los dos se había dado cuenta, pero desde que se reunieron más temprano, las risas y las sonrisas cómplices se habían vuelto el hilo conductor entre ellos.

Ninguno de los dos se había dado cuenta, pero desde que se reunieron más temprano, las risas y las sonrisas cómplices se habían vuelto el hilo conductor entre ellos

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La morena comienza a desempacar las cajas, hay un árbol armable y muchos adornos colgantes para ponerle.

- Creeeeeooo que me gané la historia de por qué no te dedicas a la escritura.

Nia, que está separando las ramas del árbol según las instrucciones, suspira.

- Bueno, técnicamente sí le doy toda mi dedicación a escribir, ni siquiera puedo contar cuántas historias llevo - suelta una risita amarga - Pero escribir tiene algo en común con hacer música y es que a veces nos esforzamos mucho en que la canción o la historia pueda complacer al público, y dejamos de lado lo que nosotros queremos.

Una Carta de Navidad ~ Martín Vargas (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora