VII - Ofrenda de paz

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Los siguientes días a lo ocurrido con el chapuzón del Coleccionista fueron un poco distintos. Jack, como había dicho, estuvo observándolo más a menudo. No era por una razón explícita, pero sí sentía una rara inquietud. Sólo quería asegurarse de que estuviera bien.

Jack conocía a Enzo desde que llegó a este trabajo. Recuerda perfectamente cuando su general entró por la puerta caminando con la mano en el hombro de un niño desaliñado y asustado. Esa misma noche aquel niño apareció bañado y con uniforme en la puerta del dormitorio. Y junto a otro par de compañeros, han compartido habitación desde entonces.

Si bien su relación ha sido relativamente neutra, ha adoptado un cierto cariño por el chico. Como si fuera un hermanito menor. No ha entablado muchas conversaciones con él, pero el simple hecho de encontrarse todas las noches en la misma litera y compartir un rutina juntos, le ha permitido conocerlo poco a poco.

Enzo siempre se había sentido intimidado por el general, incluso se lo había comentado a Jack y al resto de sus compañeros de habitación algunas veces. Pero, Jack podía notar, se sentía intimidado por su entorno en general. Y ser el más joven de todo el lugar probablemente no lo ayudaría. Recuerda haberlo escuchado llorar mucho las primeras noches.

Pero, estos últimos días ha estado... Distinto. Después de su momentánea desaparición, ha estado más relajado y alegre. Y también, muy distraído. Simplemente hace sus tareas sin decir nada y tararea con una sonrisa de oreja a oreja. Y ni siquiera escucha muy bien cuando le hablan.

Ya ni se acuerda de la última vez que lo escuchó tartamudear y sudar de nervios y miedo. Simplemente parece en su propio mundo.

No sabe si extrañarse por todo esto o si estar feliz por Enzo. Por eso, simplemente, lo observa, buscando que las propias pistas le dieran una respuesta de alguna forma. Y pronto empezó a notar algo más. Cada vez que puede, Enzo se escapa a la playa...

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King- "Y después de eso, nunca volví a molestar a un erizo de mar".

Enzo- Riendo "Pues al menos aprendiste la lección".

Enzo está paseando descalzo por las rocas. La marea estaba baja, por lo que hay muchos tesoros que han quedado atrapados en charcos. King, mientras tanto, lo acompaña desde el agua, contándole algunas historias.

King- "Hmm, si... Pero de todos modos, los erizos de mar son deliciooosos. Por dentro, abajo de todas esas espinas".

Enzo- Hace una mueca "¿Te gustan los mariscos?"

King- "Siempre son un buen postre luego de un gran pescado".

Enzo- "Bueno pues, ¡Mira lo que encontré por aquí!"

El Coleccionista se agachó y sumergió su mano en una de las pozas. Al sacarla, tenía un puñado de choritos (o mejillones, no sé cómo les dirán ustedes) y se los enseñó a King.

King- "¡Oooh! ¡Dame! ¡Dame!" Chapoteando.

Enzo- "¡Espera, primero necesito abrirlos!" Buscando alguna piedra afilada a su alrededor "Hmm, ojalá hubiera traído un cuchillo..."

King- "Puedo abrirlos con mis dientes, ¿sabes?"

Enzo le entrega un mejillón, King lo agarra con ambas manos y se lo acerca a un colmillo. Usa su colmillo como palanca y logra abrir la concha, e inmediatamente se metió en la boca la parte comestible.

¿Me Ahogarás? [Mermfork King AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora