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“Té Con Leche y Miel”
- capítulo seis -

Recomendación del capítulo:
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Miguel no había pasado allí ni siquiera dos semanas y maldita sea, ya extrañaba con locura su casa

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Miguel no había pasado allí ni siquiera dos semanas y maldita sea, ya extrañaba con locura su casa. Las clases empezarían en un par de días y a Miguel aún le costaba adaptarse a la casa de los Hamada.

Siempre se caracterizó por su rápida capacidad de adaptarse a su entorno, pero le estaba costando un poco más de lo esperado. Por supuesto que el primer par de días todo parecía un sueño, pasó su segundo día conociendo a pie la ciudad junto a Cass y llegaron a toparse con algunos vecinos. En cuánto a Hiro, se había quedado en casa porque tenía "cosas que hacer".

Sin embargo, el resto de días fueron diferentes. El café abrió nuevamente y Cass pasaba todo el día ocupada, Hiro había vuelto a trabajar y Miguel pasaba el día solo en la casa. Solía ocupar su tiempo en ayudar en los quehaceres, también repasaba algunas cosas por los nervios de entrar pronto a la universidad; también practicaba su canto, su baile y su dominio instrumental. Todo con tal de no aburrirse.

Los días se fueron volando como las hojas que a veces entraban por la ventana en las mañanas, con el viento que avisaba el que pronto sería el inicio del otoño

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Los días se fueron volando como las hojas que a veces entraban por la ventana en las mañanas, con el viento que avisaba el que pronto sería el inicio del otoño. Tampoco se había acostumbrado al frío todavía, Cass solía burlarse un poco de que siempre lleve un suéter puesto, aún si "no había suficiente frío para usar uno", Miguel era de tierra caliente, no podía evitar temblar ante la mínima brisa estacional de la ciudad.

También le costaba dormir, tal vez por el nerviosismo de empezar la universidad, o quizás era lo extraño que se sentía en su nueva habitación, aún no lo sabe, pero ahora suele dormir más tarde de lo habitual, aún si sigue despertando como relojito bien ajustado a las siete de la mañana.

Gracias a su nuevo mal hábito aprendió algo curioso, Hiro no llegaba a casa todas las noches. Miguel llevaba allí diez días, de los cuales, Hiro nunca apareció en tres de esos días, cinco de esos días llegó pasada la media noche y dos de esos, entró por la ventana. “Raro”, pensaba, entrar por la ventana a tu propia casa era definitivamente raro, sobre todo para un muchacho que aparentaba ser bastante serio como lo era Hiro.

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