CAPÍTULO. 3

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Llegamos a casa alrededor de las 10 de la noche ambos entramos riendo a casa, mamá había dicho un pésimo chiste amaba que ella fuera así siempre me sacaba una gran sonrisa con sus locuras.

—¿Dónde estaban?. —la voz autoritaria de mi padre se escuchó cuando caminábamos hacia la sala de estar.

Detuvimos nuestras risas y no nos movimos más, yo baje la cabeza. Si le respondía sabía que vendría una ola de insultos y prefería evitar eso, había tenido un día agradable y no quería que se estropeara.

Levante la mirada cuando mamá se alejó de mí, ella camino hacia el y dejo un beso en su mejilla.

—Hola cariño...fuimos al centro comercial, ayer te dije que iríamos. Al parecer no me pusiste atención por estar metido en tu trabajo. _dijo ella mientras cruzaba sus brazos a la altura de su pecho.

—Ya viste la hora que es, en esta casa cenamos todos juntos sin ninguna excepción. —hablo con molestia papá.

—Oh entonces tu si puedes faltar a la cena y nosotros no.

—No es lo mismo Samorn yo trabajo.

—No quiero discutir por esto, realmente no entiendo tu enojo en esto. Tu faltas a las cenas familiares por el trabajo y te molestas por no llegar a tiempo por salir a pasear un día, cuando tu puedes faltar casi siempre a los compromisos que tienes con la familia por estar metido en el trabajo.

—¡Trabajo para mantener a esta familia estable!

—Todo esto es solo por salir con tu estúpido hijo. —dijo con enojo mientras me miraba fijamente.

—No empieces con tus insultos.

Pase de estar en la cima a caer en picada, este día el cual había empezado agradable comenzaba a deteriorarse.

Papá estaba muy enojado y mamá empezaba a enojarse también.

Y todo por haber salido de paseo, el causante de todo esto era solo yo.

—¿Qué? ¿No puedo decirle sus verdades a tu hijita? —se burló.

—¡YA BASTA CHAISAI! —grito con enojo mamá, la Sala quedó en total silencio y mamá volteó a verme.

—Gulf, amor ve a tu habitación por favor. —me miro a los ojos y yo asentí.

Subí a las escaleras mientras escuchaba sus gritos, toda esta maldita discusión era por mi culpa.

Entre a mi habitación, cerré la puerta con fuerzas, mi corazón se aceleraba casa vez más mientras me acercaba a mi mesita de noche. Abrí el cajón y me quede viendo unos segundos la pequeña navaja que estaba ahí, comenzaba a sentir picazón en los brazos, como si mi cuerpo supiera lo que estaba por hacer. Me senté en la cama y subí las mangas de mi camisa.

Me quede un momento más contemplando esa cuchilla afilada, la tome. Mire mi piel dañada y lágrimas corrieron por mis mejillas pero eso no me detuvo, mi piel se estremeció cuando el frio metal hizo contacto con ella, la sangre comenzó a hacerse presente al mismo tiempo que nuevas heridas se abrían paso a mi piel.

Mi vista se volvía cada vez más borrosa por las lágrimas, la cuchilla cayo de mi mano, ahora se encontraba tirada en el piso. Me acosté en la cama con los brazos extendidos, el ardor de esas nuevas heridas comenzaban a hacerse presente, los cortes no eran tan profundos pero si lo suficiente como para dejar unas prominentes cicatrices.

Cicatrices...se extienden en mis brazos y piernas como si fueran telarañas pero eso era lo de menos, tener más o pocas, daba igual. Mi piel ya estaba cubierta de heridas y aunque sanen seguirán existiendo. Ellas pueden sanar...¿Y yo? ¿Cuando sanare?. A veces si me sentía culpable de dañarme pero ese sentimiento desaparecía, unas cuantas cicatrices no me harán daño de todas formas nadie va a verlas.

❢𝐔𝐧𝐚 𝐋𝐮𝐳 𝐄𝐧 𝐌𝐢 𝐎𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝❢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora