Capítulo 86: Preparación I

22 2 1
                                    

Abrió los ojos con una sensación de adormecimiento en todo su cuerpo. El sonido de la televisión de su habitación le llamó la atención. Aquella película de fantasía sobre un anillo que tenía que ser destruido ya estaba acabando. "Nos dormimos", dijo para sí. Al pensar en ello, reparó en el peso sobre su hombro izquierdo. Se giró hacia este y vio a Jackie con la cabeza apoyada sobre él. Dormía de forma plácida. Se fijó en que algunos mechones de cabello le cubrían los ojos y sonrió. Su expresión era hermosa.

Con toda la delicadeza del mundo intentó apartarle los mechones del rostro. La chica se estremeció un poco al notar su caricia, y luego inspiró profundo antes de abrir los ojos. Lo primero que hizo fue buscar su mirada.

—Lo siento, no quise despertarte —se disculpó, apenado.

Ella sonrió, volvió a cerrar los ojos y presionó su rostro contra el pecho del muchacho, soltando un suspiro de gusto en el proceso.

—No te preocupes, tan solo te usaré de almohada como compensación.

Marco sonrió al escuchar eso y enterró sus dedos en el cabello de la chica. Le acarició la nuca con delicadeza y ella tuvo un pequeño estremecimiento.

—Me gusta cuando haces eso —susurró con una voz suave que acariciaba los oídos del muchacho.

—Lo sé. —Con su mano libre bajó el volumen de la tele, pero dejó la película de fondo—. Hace un tiempo que no tenemos un momento así.

—La última vez fue en la torre en la que estuvimos cautivos.

—No es el sitio más cómodo para estar juntos. —Apartó un momento la mirada, notando el calor subiéndole a las mejillas—. Ni el más romántico.

Jackie apoyó las manos sobre el colchón, acercó su rostro al suyo y lo miró fijamente con una sonrisa pícara. Él rehuía de su mirada, conociendo las intenciones de la muchacha.

—Ay, Marco, es tan lindo que digas eso —dijo ella, echándosele encima para abrazarlo y pegar su mejilla a la de él.

Marco se sentía apenado por las palabras de la chica. Aun así, correspondió el gesto y le dio un abrazo también. La escuchó inspirar en profundidad, como si saboreara su aroma. Él hizo lo mismo, pegando su nariz a la piel junto a su cuello. Tenía ese aroma agradable que le recordaba al mar, combinado con el de la piel cálida después de haber dormido sobre él.

—Marco, me gustan tus abrazos —pronunció con una voz que hizo que el muchacho se estremeciera.

Él tragó saliva, intentando quitarse los nervios.

—A mí también me gustan los tuyos...

Ella se separó de él y lo tomó de las mejillas para besarlo. Este reaccionó, sorprendido, pero pronto se dejó llevar por la sensación de los labios de la chica acariciando los suyos. Lo hacía despacio, con calma, asegurándose de juguetear el ellos. La chica era gentil, pero codiciosa. Le sujetaba la sudadera con fuerza para que no se separasen. Marco tampoco quería separarse.

La sensación de placer y éxtasis comenzó a apoderarse de su cuerpo. La mente se le nubló y notó una leve sensación de mareo, como si flotase en algún lugar extraño y desconocido.

Ella se separó, y ambos respiraron con pesadez. A Marco le sobrevino un profundo pesar al notar la ausencia de los labios de Jackie. Como un bebé cuando le quitan el biberón. Quiso volver a ella y ser preso de sus labios, de sus brazos, pero notó como le quitaban la sudadera.

—Con esto estarás un poco más fresco.

Marco reaccionó con una sonrisa nerviosa, volviendo en sí.

Jarco - Un amor malditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora