Capítulo 9

1 0 0
                                    

VISITANDO AL PACIENTE

Santiago y Juan habían comprado unas latas de refresco para tomárselas de camino a casa.

Mientras caminaban, Juan le iba explicando a Santiago sus experiencias que tuvo con las chicas.

— Retrocediendo un poco al pasado, en mi otra persona, hubo muchas chicas como Elisa que se me acercaron para socializar conmigo.

— ¿Cómo Elisa?

— Claro, no estoy hablando de que Elisa estuviese enamorado de mí. En fin, recuerdo que había una muy guapa y ella me cortejaba todos los días. Pero resulta que no me llamó la atención. Además, yo en ese entonces estaba pasando por mi crisis. Lo cierto es que empezó a actuar de manera atrevida conmigo, todo gracias a quién, todo gracias a la loca de mi prima quién le dio esos concejos obscenos.

— Y yo pensando que era la única. La verdad no sé qué piensa ella hacer contigo. Mira yo tengo más 17 primas en mi familia. No tengo ninguna que hable conmigo. Ni siquiera me saludan o me escriben para ver cómo estoy.

— Típico, en fin, tuve que pedirle que no lo hiciera más y le dije que nunca me gustó. Dios, eso le rompió el corazón. Tenías que verla llorando. Parecía una niña recién nacida.

— Pero dime, ¿No te sentiste culpable?

— Al contrario, fue un bien lo que hice.

— ¿Por qué dices un "bien" si ella lloró?

— Escucha, Santiago. Yo pienso que si hubiera permitido que ella me siguiera enamorando hasta llegar al punto de... Tú debes saber... Le habría hecho mucho daño. Ya sabes, juego de sentimientos.

— Ajá.

— Si le hubiera permitido eso, entonces ella se haría más daño todavía más, en sentido emocional o hasta psicológico, porque ella no era normal. No quería hacerle daño a nadie, además tenía como un sentido de dependencia hacia mí. Su felicidad, su tristeza o su enojo dependía de mí. Y como sabía eso, debía tener cuidado.

Santiago se calló por unos segundos reflexionando sobre eso, pero le dice:

— Estoy seguro que Valeria no es así, estoy seguro de que ella jamás se jugaría así conmigo.

— No puedo opinar al respecto de eso, tu iniciaste su conversación. Ahora debes aprender a mantenerla así.

— Hablando de eso, debo enviarle una solicitud de amistad.

Él saca su teléfono de su bolsillo y le envía la solicitud de amistad en la app de Facebook.

— Listo. Espero que me escriba.

— Por lo visto, se nota que te gusta.

— ¿Quién? ¿Valeria? ¡Ay, por favor! Solo quiero ser su amigo.

— No confundas amistad con romanticismo.

— Ja, algo así me dijo Elisa.

— No he hablado con Elisa desde que salimos. Además, no la vi entrar en la clase de dibujos.

Cuando todo parecía tranquillo, el Smartphone de Santiago vibra. Era una llamada telefónica de Elisa.

— ¿Mmm? ¿Elisa?

— Vaya, está llamando. Ni siquiera ella llama o atiende los mensajes cuando le escribo.

— Tal vez pasó algo.

Santiago contesta.

— ¿Hola?

— Santiago, ¿Dónde estás?

Friends At School: Una Declaración No CorrespondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora