«El silencio interrumpido.»
No tenía del todo claro hacia donde corría. Sentía las consecuencias de sus actos cada vez más cerca, como si en la primera esquina en la que girara se las encontraría, esperando por ella, pero bien sabía que si dejaba de correr y volvía, nunca sabría lo que sería vivir como ella quisiera. Posiblemente, ella misma estuviera causando una futura decadencia en su vida, desligándose de un futuro brillante que la llevaría a una vida exitosa rodeada de fans, dinero y misterio. Pero ella no quería nada de eso, no señor; quería aprender a vivir una vida tranquila, con gatos, amigos, humilde, sin peligrar. Se habían encargado de advertirle de sus actos, obviamente, estando como un martillo pilón comiéndole la cabeza durante toda su infancia, de lo que suponía arriesgar su vida brillante en cualquier majadería como ser escritora, como por muchos años quiso. Ahora ella ya se había cansado de escuchar como otros decidían sobre que era lo mejor para ella, así que en una noche de tormenta, durante un apagón, le dio un último abrazo a su mejor amigo y saltó la verja eléctrica, que estaba apagada por la lluvia.
Al saltar, avisó del rastro de sangre oscura que podría dejar al verse obligada a clavar las púas puntiagudas que se situaban en la verja en sus finas manos para salir, así que se quitó su chaqueta y su camisa para desgarrar de una vez por todas la fina camisa, que había elegido previamente especialmente para esta situación. Una vez sus manos estaban rodeadas de la costosa tela rota que por momentos enrojecía, se colocó la chaqueta negra parka para así almacenar calor y poder hacer la huida exitosamente.
Una vez, estando fuera de la zona de peligro, buscó dónde quedarse, sin encontrar nada. Se detuvo por un momento, al ver a una luz blanca. La luz la atraía, como si fuera un mosquito, a ella, se le hizo extrañamente familiar y no quería más que correr a sus brazos. Tocó su colgante, que a sus ojos parecía empezar a brillar, pero bien sabía que tal vez era solo un reflejo de la luz o una ilusión causada por diferentes factores que podían ubicarse en su cerebro. Fijó su mirada en la luz blanca, entrecerrando los ojos para más concentración, y no fue que empezó a creer sobre la hipótesis de que estaba enloqueciendo, hasta que observó como la figura lejana optaba la forma de una mujer bella que corría, y una vez ahí, no pudo evitar correr detrás de ella. Esa mujer extraña despertaba demasiada curiosidad en ella, así como en sus sentimientos, que parecían más sensibles ante su presencia. Estando a punto de atraparla, una tristeza invasiva penetró en los rincones de su corazón al no percibir ningún tipo de señales de la entidad. Volvió a mirar a su colgante, que ya no emitía nada de lo que momentos antes había creído ver, así que atribuyó a su imaginación lo acontecido y dejó de darle importancia.
Por la tormenta, el estrés de la huida y la incertidumbre, no supo cuando se terminó chocando contra un señor que pasaba por la misma acera.
—"Disculpe, no estaba prestando atención." —Se agachó a la altura de la menor, que seguía en el suelo al todavía no poder conectar qué estaba pasando. La ayudó a levantarse, pero en un movimiento rápido, agarró su mano y la acercó a su cara. —"Oh, ¿estás bien? Debe doler... ¿Sabes dónde están tus padres?" —El señor, abiertamente preocupado, giró su cabeza en todas las direcciones de manera tranquila, intentando localizar algún adulto.
La chica negó con la cabeza, sin poder hablar por la conmoción que arrastraba desde un buen tiempo atrás. Entonces, empezó a sentir el dolor en sus manos, al cual no le había dado tiempo de prestar atención, pero al darse cuenta de eso, también se dio cuenta de qué lágrimas empezaban a salir de sus ojos. No sabía quién era su padre, pero tenía claro de que extrañaba a su madre, la mujer que más amor le había demostrado jamás.
El señor, tenía el pelo castaño oscuro hacia atrás, con un bigote chevron del mismo color. Tenía unos ojos marrones, algo cansados, que se veían cubiertos por un cristal por las gafas que tenía. Parecía alto y tenía traje.
Decidió, con su permiso, llevarla a su casa junto a su esposa para, tras la tormenta, llevarla a la estación policial en la que trabajaba y encontrar un sitio en el que se pudiera quedar de forma permanente, o ese era el plan. A lo largo de los días, la adolescente insistía apenada las pocas ganas que tenía de irse de esa casa, y como encajó de tal manera en la familia, una vez se alargó suficiente el tiempo, decidieron firmar unos papeles que los dictaminaría como tutores de la niña.
Pasaron los años, cuatro, para ser exactos, y la familia Yagami ya estaba más que completa con sus tres hijos.
—"Jacques, despierta; es hora de irte."
A estos todavía no sabían lo que se avecinaba.
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LA MUERTE EN LA TRISTE LUNA- death note
FanfictionJacques Yagami, hija adoptiva de Soichiro y Sachiko. Ambos de sus hijos guardan secretos contrariados, en los que el mal y la justicia luchan entre sí. Jacques tiene claro de que la maldad no tiene la suficiente fuerza para vencer, así que bajo su p...