Capitulo Seis

86 59 45
                                    

El sol se alzaba en el horizonte, esparciendo su resplandor dorado sobre el castillo. Isabella, aunque aún lidiaba con la sombra que la envolvía, decidió enfrentar el nuevo día con una determinación renovada. Las cortinas se abrieron, permitiendo que la luz del sol iluminara su alcoba.

Vistiendo un vestido de tonos más claros, Isabella descendió por las escaleras hacia el comedor. Los sirvientes, al verla, ofrecieron una reverencia respetuosa. Aunque la melancolía persistía en sus ojos, la princesa parecía dispuesta a desafiar las sombras que la acosaban.

La sala del desayuno estaba impregnada de un murmullo suave cuando Isabella se sentó a la mesa. Eliza, la doncella de confianza, le sirvió con delicadeza. Los cortesanos, conscientes de la situación de la princesa, observaban con discreción, respetando su espacio mientras intentaban infundir un aire de normalidad.

Después de la comida, Isabella se aventuró a pasear por los jardines del castillo. El fresco aroma de las flores y el canto de los pájaros creaban una atmósfera tranquila. Aunque la melancolía silente persistía, la princesa buscaba un respiro en la naturaleza que la rodeaba.

En su paseo, se encontró con Amelia, una dama de la corte. Amelia, con un gesto amistoso, se unió a Isabella en su caminata. -Princesa, la primavera trae consigo nuevos comienzos. ¿Cómo se siente hoy?-

Isabella sonrió débilmente. -La primavera es un recordatorio de la renovación, ¿verdad? Aunque las sombras aún me acompañan, estoy decidida a enfrentar lo que sea necesario para encontrar la luz.-

Amelia asintió con comprensión. -A veces, las sombras son solo el preludio de un amanecer más brillante. Si necesita apoyo, la corte está aquí para usted.-

Mientras Isabella continuaba su paseo, se cruzó con el arlequín, quien, como siempre, cual si emergiera de la oscuridad, su figura se hizo evidente. -Princesa Isabella, ¿disfruta de los encantos de la naturaleza? Tal vez deberíamos encontrar alegría en los colores vivos y dejar que las sombras se disipen.-

La princesa, aunque cautiva por las palabras del arlequín, mantuvo una distancia prudente. -La naturaleza tiene su propia manera de sanar. Pero, arlequín, tus bromas y enigmas añaden un matiz peculiar a mi realidad.

El arlequín, con una reverencia exagerada, respondió: -La realidad es un lienzo que puede colorearse con la paleta de la imaginación. Permítame ser su guía en este viaje por los matices inexplorados.-

A medida que la tarde avanzaba, Isabella regresó al castillo, donde su padre, el rey Edward III, la esperaba en la sala real. El rey, preocupado por el bienestar de su hija, la recibió con una mirada seria. -Isabella, he notado que te has acercado al arlequín con frecuencia. ¿Cómo explicas esta afinidad?-

La princesa eligió sus palabras con cuidado. -Padre, el arlequín es un visitante intrigante. Aunque sus bromas son a veces inapropiadas, encuentro cierto consuelo en su presencia. Parece comprender las sombras que me rodean.

Edward III frunció el ceño, preocupado. -Isabella, entiendo que atraviesas tiempos difíciles, pero el arlequín es un personaje enigmático. Sus intenciones pueden no ser tan claras como crees. ¿Te ha revelado algo importante?-

La princesa vaciló antes de responder. -Padre, el arlequín habla en enigmas, y a veces sus palabras resuenan con verdades ocultas. Aunque sé que debo ser cautelosa, siento que hay más en su presencia de lo que se ve a simple vista.-

Edward III suspiró, preocupado por la conexión de su hija con el arlequín. -Isabella, la corte murmura sobre esta extraña relación. Te pido que te mantengas alerta y no te dejes envolver por las sombras que pueda traer consigo.-

La princesa asintió con seriedad. -Lo tendré en cuenta, padre. No deseo causar más preocupaciones. Pero también siento que explorar estas sombras podría ser la clave para entender mi propio destino.-

Telón de Risas, Cortina de LagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora