𝐟𝐨𝐫𝐛𝐢𝐝𝐝𝐞𝐧 || 𝚝𝚊𝚎𝚔𝚘𝚘𝚔

capítulo 34

Jungkook fijo su teléfono, tenía llamadas perdidas de Namjoon, al devolver la llamada este le había dicho que Taehyung se estaba comportando algo inquieto, pues Jungkook ya se había tardado más de lo acordado.
Sin dar más vuelta al asunto, fijo una última mirada en el cuerpo sin vida del padre SeoJoon, colgando en lo alto de la iglesia totalmente crucificado y sin más abandono el lugar en silencio y con un perfil bajo. Siendo excesivamente cauteloso para no exponerse.

Jungkook apenas estaba empezando, se había encargado del padre SeoJoon, las demás personas en su camino serían .

Finalmente compro comida en un puesto cerca de la zona abierto hasta altas horas, volvió a manejar hasta la cabaña y en todo ese trascurso de su viaje solo pudo pensar en lo satisfecho que se sentía con lo que acababa de hacer. El ver su cuerpo sin vida, colgado desde lo alto de la cruz, cubierto de su espesa sangre, le dio un sentimiento de satisfacción extraordinaria. Podía pensar en que hizo justicia por su familia, por el mismo e incluso por Taehyung.

Taehyung...Taehyung...debo ver que excusa ponerle a ese niño - pensó , aparcando el auto afuera de la casa, bajo del auto con las bolsas de comida y sin más entro a la casa-

¡Eres un infeliz Jajaja! Escucho puro barullo de la sala de estar, en ese lugar se encontraban los cinco hombres, incluyendo a su niño, estaban jugando a las cartas, más específicamente Truco y apostando dinero, casi siempre solían ponerse como locos por la adrenalina de no querer perder nada y poder ganarlo todo. No sabían comportarse ni siquiera con un simple juego.
Taehyung se percató que Jungkook entro a la cocina abruptamente, sin decir una sola palabra, con dudas en su cabeza, decidió ir tras él para confrontarlo por su tardanza.

¿Por qué tardaste tanto? -la voz de Taehyung resonó a espaldas del pelinegro- traer comida no suele tomar tanto tiempo ¿sabias?

Había mucha gente. -Respondió en un tono seco, sin siquiera mirar al sujeto mientras cortaba la comida- No puedo hacer que trabajen más rápido, Taehyung.

El castaño lo miro extrañado, Jungkook cortaba las rebanadas de carne condimentada que había comprado para la cena, veía la tranquila pero extraña forma de cortar aquel trozo de carne que hasta le generó un inexplicable escalofrío, no creía en esa excusa que el hombre le quiso vender pero decidió cerrar la boca y no decir nada, antes de abandonar la cocina dio una última mirada al pelinegro, percatarndose de que la chaqueta que aún traía puesta, tenía una pequeña pero visible mancha de un color rojizo, que lo hizo dudar aún más si creer o no en lo que el hombre estaba diciéndo.
Taehyung volvió a sentarse junto a los chicos, su rostro estaba serio, se puso pensativo perdiéndose completamente en sus dudas, dejó sus cartas sobre la mesa como señal de que se retiraba del juego, los demás hombres solo lo miraron confusos y con cierto temor, temor a que él joven comience a sospechar de ellos o de lo que había ocurrido.

Coman, coman idiotas - decía Jungkook con cierto tono burlesco, depositando el plato de cada uno en la mesa-

Los hombres se notaban hambrientos, durante la cena solo eran risas y discusiones estúpidas entre ellos, ante la vista de gente contraria a ellos, pensarían que son unos completos idiotas. Jungkook giro su mirada hacía Taehyung, él menor ni siquiera había tocado su plato de comida, tan solo jugaba con los cubiertos mientras se perdía nuevamente en sus pensamientos. Sabía que algo andaba mal, algo le estaba advirtiendo dentro suyo.

Por otro lado, Jungkook bien sabía que el joven comenzó a dudar también de ellos, especialmente de él.
¿No te enseñaron que no debes jugar con la comida? -irrito Jungkook, fijando su mirada en el castaño, quien lo observo de inmediato saliendo de sus pensamientos- Si tienes hambre vas a comer, si no deja de jugar con eso.

Un silencio incómodo invadió el momento, Taehyung notó la mirada de todos los presentes sobre el, abrumado y con una molestia atorada dentro suyo, se levanto de la mesa y dio una última mirada, llena de molestia al pelinegro antes de encerrarse en la habitación.