Capítulo 4: Aegon

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Tywin Lannister le contó lo que sabía, al parecer la diosa le mostró más cosas que a ella. Él vio cuando destruyó la capital, vio a sus hijos morir, a Tyrion deshonrar su hogar ancestral y también el final de todo, cuando incluso los mares quedaron congelados y en el mundo no quedó nada más que muerte y desolación. La reina de Meeren no dejaba de preguntarse porqué Tywin le pareció más digno a la diosa que ella para mostrarle todo eso, pero la respuesta era simple: ella no necesitaba de tantas pruebas para aceptar. Si podía hacer algo, lo que fuera para hacer que su casa jamás se hiciera débil, lo haría. Pero Tywin no lo habría aceptado sin vislumbrar con sus propios ojos lo que el eterno invierno traería.

La hospitalidad de los Hightower se extendió por unos días más, sin embargo todos seguían ansiosos, querían saber quiénes eran aquellos dos personajes tan extraños de los que nadie parecía conocer.

La reina organizó una nueva cena, esta vez la escolta de la khaleesi no fue Aemond, sino su hermano mayor, Aegon.

Él le hizo una extraña reverencia al tenerla en frente, parecía borracho aunque no olía a alcohol.

—Vengo a escoltarla, mi Lady —dijo con voz pomposa.

Llevaba el cabello platino desordenado, y aunque no apestaba, tenía el aspecto de alguien sucio.

—Conozco el camino, príncipe —dijo ella.

Aegon hizo un ademán de puchero.

—Por favor, venga conmigo —su tono era casi suplicante— Madre me envió, y si aparezco sin usted pensará que traté de faltarle el respeto o no lo sé, madre se hace unas historias muy extrañas en la cabeza. Me va a regañar.

Aquel Aegon no se parecía en nada a como lo había imaginado, su sonrisa tonta lo hacía ver más como un niño torpe a como un malvado usurpador.
Tal vez tenerlo cerca era buena idea.

—Bien, vamos —dijo ella.

Él le ofreció su brazo, y ella accedió tocándolo solo con la punta de los dedos.

—¿Su madre lo regaña muy a menudo? —preguntó Danny.

Él asintió pensativo.

—Tres veces al día, o más —respondió— ¡Y ni hablar de mi abuelo! Pero no le diga nada a nadie, ellos dicen que debo verme imponente.

«Y vaya que no cumple eso para nada».

—¿Quieren que seas Rey no es así?

Aegon se paró en seco y miró a los costados muy nervioso.

—¿Cómo lo sabes?

—Oí rumores...

El príncipe se llevó ambas manos al rostro y tiró de sus mejillas hasta que sus ojos quedaron en blanco.

—¡Por los jodidos Dioses! —bramó cansado— Ya lo arruinaron todo.

Daenerys elevó las cejas sin entender de qué estaba hablando.

—Bueno... Verá, cuando usted...

—Puedes tutearme —le dijo Danny, y él pareció encantado.

—¡Perfecto, tú también puedes llamarme Aegon! —continuó—. Cuando tú llegaste aquí y dijiste que venías de las Ciudades Libres pensé que podía ya sabes... Seducirte, y que con suerte me llevarías contigo cuando regresaras ahí —Aegon le sonrió, aunque su sonrisa parecía más una mueca cómica.

Daenerys no pudo evitar soltar una risotada.

—Me quedaré aquí por un tiempo —dijo ella, creando una visible decepción en el joven.

La Princesa Del Mañana | Daenerys x AemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora