Capítulo 30: Muerte

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«Nacemos para morir, vivimos para morir». La muerte era lo único real, era la amenaza que pronto marcharia desde el lejano norte, era lo que invadía los campos de batalla en los Peldaños de Piedra, lo que se planeaba por debajo del tablero en Kings Landing. La muerte lo era todo y se estaba llevando todo.

Llevar a Aegon a Antlers fue difícil, en cuanto se le informó a la capital la reina exigió que su hijo fuera llevado al Red Keep, el Rey por primera vez mostró interés genuino en su hijo mayor y lamentó las circunstancias de su ataque. Otto Hightower ordenó investigar el caso y castigar a los responsables, Tywin Lannister no emitió ningún opinión al respecto, se subió a un caballo y marchó a su castillo sin dar mayores explicaciones.

Aegon reposaba en una habitación de la planta alta, tenía una hermosa vista hacia la costa. Missandei permanecía a su lado en todo momento, pidiéndole a dioses desconocidos que le permitieran vivir, incluso, ofreció sacrificar cualquier sentimiento que pudiera tener a cambio de que lo dejaran con vida.

Danny no hacía más que pensar en Aemond, se le había informado sobre la situación de su hermano pero no tenían respuesta. Ya no escribía cada tres días, ya no sabía si estaba vivo o muerto. Le pidió a Rhaenyra que le preguntara a Daemon si todo estaba bien con Aemond, pero aún no había tenido respuesta.

Toda esa burbuja de felicidad que creció alrededor de su falsa casa, de su nueva familia y amigos, se estaba cayendo a pedazos sobre ella. Ni siquiera había tenido oportunidad de disculparse con Missandei, aunque sabía que su amiga tenía mayores preocupaciones. Se sentía tonta por ni siquiera haber notado cuánto se amaban ella y Aegon.

El príncipe visitó Antlers dos semanas antes de ir a Dragonstone, Sansa dijo que estuvo diferente, que era más serio, que se veía triste, pero que mientras estaba con Missandei volvía a ser el mismo Aegon de siempre.

—El día que él y Rhaegar se fueron, llegó un cuervo de la capital, no sé que decía pero Aegon dejó todo aquí y dijo que era urgente llegar con su hermana —dijo Sansa.

Era como si Aegon supiera lo que iba a pasar, tenía que despertar para explicar todo lo ocurrido.

*****

La reina llegó una mañana no llevaba más que un par de guardias, en su rostro se notaba el dolor que los días de guerra le estaban trayendo. Parecía más vieja, más abandonada, su precioso cabello ahora se veía seco y opaco.

—Necesito ver a mi hijo —le dijo casi suplicante a Sansa—. Debo cuidar de él, por favor.

Era la reina, no se le podía negar tal cosa y no había razón.

Vió a Danny con el vientre abultado y le dió un abrazo sincero.

—Tú y Aemond serán unos excelentes padres —dijo cansada—. ¿Sabes algo de él?

—Desde que llegamos a Antlers no he tenido novedades —respondió Danny.

—Lo último que se me informó es que estaba en Tyrosh, eso fue hace días —Alicent Hightower tenía las uñas mordidas hasta la raíz, la sangre seca le daba un aspecto aterrador—. Volvió a montar a Vhagar, era muy peligroso para él.

—Lo sé —ella no dejaba de pensar en eso, se culpaba por su arrebato—. Si no tengo noticias de Aemond pronto, yo misma iré a buscarlo.

—No puedes montar en tu estado —replicó la reina—. ¿Cuánto falta para que llegue el niño?

—Tres lunas —se sentía una eternidad pasar ese tiempo sin Aemond.

El repentino y sufrido amor de Missandei y Aegon, le había hecho darse cuenta lo mucho que ella amaba a su esposo. Amaba a Aemond Targaryen y solo quería poder decírselo, aunque él se burlara, la lastimara, aunque el amor de nuevo la llevara a la perdición, quería que él se supiera amado.

La Princesa Del Mañana | Daenerys x AemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora