En la soledad de su habitación, ellos volvían a ser esos casi extraños que por alguna razón ahora estaban condenados a compartir la vida y la cama.
Aunque esa condena no se sentía como tal, Aemond fue amable durante la celebración, abandonaron el Salón tan pronto quedó lleno de solo ebrios y chismosos. Aegon volvió a hacer acto de presencia para dar un discurso sobre lo mucho que solía molestar a su hermano cuando eran pequeños.El Rey fue el primero en abandonar el banquete, lo siguió la reina, la heredera y su esposo, luego la princesa Helaena, Missandei, Sansa y los nobles vaciaron poco a poco hasta el lugar hasta que solo aquellos adeptos al delicioso licor del Dominio quedaron en pie. Cómo era la tradición, los recién casados también se fueron, no hubo corte de encamamiento, eran solo los dos.
La cama de Aemond era la misma en la que había padecido por semanas, la misma habitación en la que Danny pasó días y días orando para que los dioses aún le permitieran al príncipe vivir.
-¿Y ahora qué? -preguntó ella.
-Mi cama es bastante cómoda -dijo él con una media sonrisa.
-Yo... Me refiero a nosotros, ¿Deberíamos?
Aemond permanecido quieto por un momento antes de suspirar levemente. Se sentó en el mismo sofá que había Sido de ella durante su tiempo enfermo.
-Nadie está esperando una prueba de tu "virtud", si es que eso es lo que te preocupa.
-Oh -no sabía que más decir.
Ambos permanecieron mirandose en silencio por lo que pareció una eternidad.
Ella estaba resignada a acostarse con él, y por mucho que quisiera negarlo, no le molestaba la idea. Recordaba bien sus besos, sus manos sobre su cuerpo, ese calor que fue tan nuevo. Aemond Targaryen había encendido algo en ella que solo él era capaz de apagar, aunque fuera alegando que debían cumplir su deber, pero si no había deber que cumplir entonces ese fuego seguiría ahí, solo necesitaba tenerlo una vez, sería sencillo, como Daario, como Jon, era solo sexo.-Quizá deberíamos hacerlo -sugirió la khaleesi.
Aemond vaciló por un momento y luego soltó una carcajada mordaz.
-No quieres hacerlo -siseó en voz baja. Se puso de pie y se dirigió a la puerta, Danny temió que no volviera a verlo en lo que restaba de la noche.
Se sentía ridícula, como una novia primeriza temerosa de no ser lo bastante agradable a la vista de su esposo. Pero sabía que no era así, él también la deseaba, se lo había dicho y no solo eso, lo había probado.
Deslizó su mano hasta alcanzar la suya y entrelazó los dedos con los de Aemond sujetándolo con fuerza.
-Sí quiero hacerlo -susurró. Él intentó soltarse de ella, pero lo tomó con más fuerza.
Aemond se congeló cuando los labios de Daenerys tocaron los suyos. Pensó que tal vez se estaba excediendo, quizá él realmente no quería llegar a eso con ella. Lo soltó de la mano y dió un paso hacia atrás, pero el principe mesurado y de postura intachable no guardó más la compostura, se abalanzó hacia ella como un felino a una presa. Cómo un dragón. La envolvió en sus brazos con más fuerza de la que debería hacer por su recuperación, ella quiso decírselo, pero sus labios no se lo permitieron. Aquel fuego se extendió dentro de ella como un incendio, como miles de frascos de fuego salvaje estallando en su interior, destruyendo sus paredes, sus fibras, jamás había deseado tanto ser tomada por alguien.
La besó profundamente mientras sus dedos se clavaban en su cabello y los arrastraba por lo largo de su cuello y su espalda, desatando los cordones que mantenían en su lugar el hermoso vestido de novia. Danny hizo lo propio con el abrigo y la capa, que cayeron debajo de ellos, rodeados de blanco y negro. Retiró la camisa, demasiada ropa le parecía estorbosa. Al llegar a su piel pasó sus manos por las cicatrices de su abdomen, conocía bien su cuerpo, la suavidad de su piel.
Él la tocaba hambriento, le besó la clavícula y bajó a sus pechos, mordiendo suavemente cada uno. Danny apretó los labios para no gemir. Deseaba sus manos, su tacto. Aemond la besaba y mordía, sentía su lengua contra su piel, lo quería en su interior. No se amaban, posiblemente jamás lo harían, pero el fuego que ambos generaban era solo el que un dragón podía darle a otro.
Se arrastraron hasta la cama del príncipe, él le separó las piernas y se hundió en ella de un fuerte empujón, la Khaleesi sentía que algo en ella estallaría, clavó las uñas en su espalda para que no se alejara. Se movía en su interior sin dejar de mirarla, tenía la vista clavada en ella, aferrado a ella, y le encantaba. Él subió una de sus manos hasta su barbilla, la tomó bruscamente y la besó, explorando su boca con su lengua.-Mi esposa... -decía contra sus labios-. Mía...
Embistió contra ella varias veces más, Danny sintió esa explosión que la dejó temblando. Él apretó los labios y lo sintió caer en su interior, su semilla caliente escurrió por sus piernas cuando se retiró. Se acostó a su lado aún jadeando por el cansancio.
-Iré a Antlers contigo en un par de semanas -él fue el primero en romper ese plácido silencio.
-Bien... A Vhagar le gustará, a mis dragones les ha gustado sobrevolar la bahía.
Aemond asintió y se mordió los labios.
-No podrás volar en algún tiempo -dijo Danny.
-Lo sé, nada de montar dragones.
-Aun tenemos pendiente ese viaje a Meeren -Danny se acostó de lado mirándolo como si fuera alguien nuevo-. Antes de viajar podríamos buscar otras formas de entretenernos.
-Lo que desees -replicó él, volviéndose hacia ella.
Con los días comenzaron a entenderse con un idioma que solo hablaban en su recámara, Aemond era un hombre serio y dominante, demasiado dominante cuando se trataba de intimidad. Era posesivo, y eso era algo que Danny disfrutaba. A veces, se encontró extrañando su compañía mientras visitaba a Missandei, y cuando los guardias le decían que el principe solicitaba su presencia agradecía a los dioses por darle un momento más de ese placer inconmensurable. Disfrutaba provocar sus miradas ardientes, cuando se vestía por las mañanas y se desvestía en las noches, él dejaba las marcas de su compañía apasionada en su cuello y en sus senos. Una tarde, mientras compartía pastelillos con la reina, Danny descubrió a la Hightower con la mirada clavada en una mordida profunda que su hijo le había hecho en el hueco del cuello la noche anterior.
-La reina debe estar horrorizada porque el hijo que crío casi como a un Septon es un salvaje en la cama -le dijo Sansa a Danny a modo de broma.
-Y pensabas que tu matrimonio iba a ser solo de nombre -añadió Missandei.
Missandei y Sansa partieron primero hacia su castillo, Aegon insistió en acompañarlas y quedarse una temporada allá en lo que su hermano se asentaba. Por la razón que fuera, la reina accedió.
A Danny y Aemond les otorgaron un Torreón completamente nuevo, llevaba años de haber sido construido pero ellos serían sus primeros habitantes. Al llegar, se encontraron con un amplio arco hecho de varias enredaderas de plantas. Y altos limoneros que chocaban contra las ventanas.
El portón rojo era de madera labrada, con un enorme fénix tallado.-Esto es imposible...-susurró Daenerys.
-¿Qué? -preguntó Aemond.
-No vas a creerme pero he soñado con este lugar tantas veces que estaba segura que ya lo conocía.
Desde antes incluso de casarse con Khal Drogo, mientras su hermano Viserys enumaraba las muchas cosas que haría siendo rey, Danny lo único que quería era recuperar la casa grande de puerta roja y el limonero junto a su ventana. No recordaba en dónde estaba, solo que aquel lugar se le presentaba en sueños muchas veces, trayendole una felicidad inmensa, era la infancia que no pudo tener, se sentía como un hogar al que debía volver.
Pero no era un lugar a donde volver, sino a dónde ir.-Es tu hogar ahora -dijo el príncipe-. Tal vez siempre estuviste destinada a tener esta vida.

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La Princesa Del Mañana | Daenerys x Aemond
FanfictionDaenerys Targaryen ha muerto, pero no la espera un descanso eterno, sino una misión encomendada por la diosa Valyria de la vida y la muerte, la khaleesi será enviada al pasado, poco antes del comienzo de la Danza de Dragones, su misión es evitar que...