Capítulo 9

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Maddox

Drogar a Raphael no fue una de mis mejores ideas, puedo considerarme hombre muerto o incapacitado después de lo que me espera, pero bueno, nadie podría culparme, me asusté por lo enojado que se veía, camino a la pista, el Teniente Coronel está ahí esperando.

Mierda, tarde otra vez.

—No aprende Werner, doscientas lagartijas para que le dé el ejemplo a su escuadrón.

—Sí, Señor —digo y empiezo mi castigo.

No creo que sea como ejemplo, más bien es por lo que le hice ayer, está más que enojado, destila ira por todos lados, sigue paseándose de un lado a otro como un felino enjaulado.

Termino y me incorporo a la fila, Raphael nos hace correr, ir a la pista de obstáculos y el entrenamiento de novatos mientras se desquita todo el malhumor.

Mejor ahora que cuando esté follándome.

—Werner, a mi oficina —gruñe pasando a mi lado.

Me doy un baño, tengo los músculos agarrotados y sospecho que no esperará a la noche, como no le gusta que llegue tarde me coloco un uniforme limpio y corro hacia allí.

Trago al ver el puesto de Maricarmen vacío, primer hecho que me da la pista de lo que me espera.

Maldición, sólo empeoré las cosas, por supuesto que Raphael no iba a quedarse esperando como si nada.

Joder, maldición, aún puedo irme y…

—¿A dónde vas? Entra —inhalo el olor de su colonia al llegar a su lado, huele a madera y mi entrepierna reacciona al instante.

Me estremezco al escuchar el seguro de la puerta, los pasos resuenan en el suelo, tengo el corazón latiéndome a un ritmo maniático, las manos sudadas, me besa el cuello uniendo su pecho a mi espalda, siento su excitación amenazarme.

—¿Asustado por lo que hiciste en la madrugada?

—No era un buen momento, esta noche… —me agarra del pelo y desliza la otra mano bajo la camisa de mi uniforme.

—No, empezamos ahora, ya veremos si aguantas hasta la noche —jadeo, me gruñe al oído —. Te dije que ibas a arrepentirte de darme largas, de drogarme como si fuese ese italiano imbécil que quería follarte.

Me pellizca un pezón.

—Esos latidos, esa erección, tus jadeos me dicen que disfrutas de esto, te gusta ser mi presa, pero ya estás en mis garras, nada de seguir escapando.

—Aún no estoy listo —quita sus manos y va directamente a su escritorio, atrapo el frasco que me lanza.

—Tienes cinco minutos, vamos, luego no digas que soy malo.

Miro la botella de lubricante y trago, me mira con las cejas levantadas, nunca he hecho esto, pero por los videos que me hizo ver tengo una idea.

Me quito la camisa, las botas, el pantalón y la ropa interior, los ojos de Raphael se mueven sobre mí, creo que agravé la situación para mí, anoche las cosas hubiesen pasado en una cama, ahora estaré de pie.

Mierda.

Doy dos pasos acercándome al escritorio, Raphael cruza los brazos y se coloca detrás de mí, esto me avergüenza, lo miro de reojo. 

—¿Qué haces?

—Te quedan tres minutos y medio, por supuesto que voy a verte.

Dejo caer lubricante en mi mano, me apoyo en el escritorio y llevo la mano húmeda a mi trasero, deslizo un dedo siseando de incomodidad, me tenso haciendo las cosas difíciles.

( I ) Malas intenciones (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora