Maddox
Nos dan un tiempo de descanso mientras se investiga la muerte del Coronel, tenemos tres días, así que voy a casa, ya mi familia está al tanto de la situación gracias a Abby y Ares, espero que les hayan dado un buen regaño por lo del embarazo.
Me detengo cuando mi padre dice mi nombre, lo miro y se ve consternado, me abraza al instante haciendo que me sienta mucho peor, está preocupado, pero Harrell fue su aprendiz.
Dios, no sé como tengo cara para mirarlo, lo que hice no tiene nombre.Me duele el pecho sólo de pensarlo.
—Me alegra que estés bien —le doy una sonrisa y subo directo a mi habitación.
No me apetece comer, así que simplemente sigo en la cama hasta altas horas de la noche, cierro los ojos y las imágenes llegan a mi cabeza de nuevo, veo mi mano sosteniendo la 9 mm y luego disparando, el cadáver de Harrell resbalando por esa pared.
Despierto de inmediato empapado en sudor, hay un crujido en la ventana que me molesta, la rama sigue haciendo ruidos como si fueran uñas rayando una pizarra, las sombras se me mezclan como si estuviese en una maldita película de terror.
En eso se ha convertido mi vida.
Sé que la culpa me carcome y me lo merezco, yo lo asesiné, un hombre que mi padre entrenó, uno al que estimaba, alguien que confiaba en mí, soy lo peor que ha podido nacer en este maldito mundo.
Me falta el aire, el oxígeno no llega a mis pulmones como debería, aprieto las sábanas, las lágrimas caen humedeciéndolas.
—Respira, carajo —miro hacia la ventana, Raphael acaba de entrar y corre hacia mí, aún no puedo respirar—. Maddox, mírame, inhala y exhala, vamos. —gruñe.
Lo obedezco y tomo aire, no me siento mejor, la sombra de la ventana me recuerda lo que tanto quiero borrar.
—Deja de pensar, pasará y luego te sentirás mejor.
Pero no debería sentirme mejor.
La falta de aire al fin cede, Raphael me seca las lágrimas y se sienta a mi lado, joder, he llorado más los últimos días que en toda mi maldita vida.
—¿Qué pasó?
—¿Qué crees que pasó? —lo fulmino con la mirada, ahora estoy irritado—. Tengo un maldito cargo de conciencia que no me deja dormir.
—Ayer dormiste bien —menciona, suspiro, tiene toda la razón, pero tengo un motivo estúpido para eso.
—Estaba contigo.
Raphael me besa los labios y sonríe, está complacido, mientras más dependiente de él sea se sentirá como un maldito Dios.
Estoy haciendo que este monstruo se haga más y más fuerte.
—Si eso es lo que hace falta puedo quedarme a dormir.
—No, quiero ir a tu casa.
—Mmm… ¿Seguro?
—Sí, necesito irme de aquí.
—Pues nos vamos —dice poniéndose de pie.
Bajamos por la ventana, cuando mis padres se enteren de esto no escucharé el final, pero, bueno, tengo veintiséis años y quiero irme con mi amante, estoy lo suficientemente mayor.
Deslizo la mano por el Maserati cuando llegamos, desde que lo vi quiero conducir.
—Raphael. ¿Me dejas conducirlo? —me mira y arquea una ceja, pienso que su respuesta sea una negativa, pero obviamente no lo conozco lo suficiente.
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( I ) Malas intenciones (BL)
Ficción GeneralUna vida normal, como Capitán y futuro padre, eso es lo que pensé que tenía hasta que ese hombre se pone a jugar con mi cabeza. Un operativo fallido me deja completamente en sus manos y no tengo más opción que obedecer sus órdenes. A tu superior lo...