Capítulo 25

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Raphael

Joder, joder, estoy más estresado que Stella, las cosas no están saliendo según lo planeé y eso me cabrea, tratando de relajarme ya he follado con más de medio Comando y estoy quedándome sin opciones.

Por lo general no me gusta repetir y últimamente los polvos no han sido tan buenos como para ir a por un segundo round.

Inhalo la línea blanca de polvo sobre el cristal en mi escritorio, esto es lo único que me ha mantenido más o menos estable, aunque el efecto se esfuma rápidamente.

La ansiedad se retira y el éxtasis llega de inmediato, tengo que deshacerme de Harrell, no tengo más tiempo, también debo convencer a Maddox de follar conmigo.

Es un hombre terco.

Lleva quince días sin dar la cara, está de reposo gracias a la piruja de Naomi, Dios, esa mujer es exasperante, una lástima que no pueda sacarla de mi Comando.

Ya veremos cuando sea Coronel, haré una limpieza a fondo.  

Maricarmen abre la puerta sin tocar, eso me enoja, también su actitud, aunque puede que se deba a que he sido un poco cerdo últimamente.

Bueno, que aguante, le pago para ser mi secretaria.

—¿Qué quieres?

—El Coronel quiere hablar con usted —me echo a reír cuando la veo un poco distorsionada.

Ir a ver al Coronel en mi estado no es una idea brillante, Maricarmen me mira extraño, al menos eso es lo que parece, me levanto y camino hacia la oficina de mi superior.

Toco, Harrell me da el permiso enseguida.

—Coronel. ¿Quería verme? —Harrell deja sus documentos y me mira, su cabeza se ve un poco más grande de lo normal, no dejo que me afecte.

—Sí, la noticia no es de conocimiento público aún, pero la Bratva está haciendo estragos en Italia, al parecer las negociaciones con los Salvatore han fallado.

Lo cual sinceramente no me sorprende, la Bratva quiere lo que me quitaron, sin embargo ellos no saben dónde está, tampoco lo sabrán hasta que esté en mi poder nuevamente.

No dejaré que se queden con lo mío. 

—Entonces… —digo pidiendo mi orden, si hay algo que odio más es que no vayan al grano, no me gusta que me den vueltas.

—Tenemos que encargarnos de la situación, el Comando Francés está allí apoyando, pero han pedido ayuda —me echo a reír, es el Comando de Simon, imagino que esa ayuda fue obligatoria porque el maldito es un hijo de puta orgulloso.

—¿Simon Williams pidiendo ayuda? Risible.

—Teniente Coronel, debe dejar a un lado las diferencias con su familia.

—Sí, Señor —murmuro—. ¿Cuándo nos iremos?

—En seis horas, el Capitán Werner está dentro.

La sangre me hierve sólo de saber que voy a verlo otra vez, se me endurece la entrepierna, quiero follarlo toda la maldita noche, esto seguirá así hasta que no logre saciarme de él.

—¿Ya fue notificado?

—Sí, lleva días pidiendo que lo reincorporen así que ya tiene trabajo.

—¿Se le ofrece algo más o ya puedo retirarme?

—Puede retirarse.

—Con su permiso.

Vuelvo a mi oficina, preparo otra línea de polvo y la aspiro, Maddox vuelve al trabajo, pero aún no está en mis brazos, por lo que sé no quiere volver, ese maldito quisquilloso sólo debería tumbarse y dejar que lo folle.

( I ) Malas intenciones (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora