La generación rota

Capítulo diecinueve

Supernova

En la fría noche me acostumbre a observarte,

Noche tras noches, siempre constante,

En algún momento silencioso de mi alcance escapaste, 

Noche tras noche, cada vez menos brillante

Y sin dejar rastro te esfumaste.

Y como una estrella al morir detrás dejaste

Un agujero negro donde antes brillaste.

Regulus Black... hace mucho tiempo que Severus no pensaba tanto en su amigo como lo hacía desde que apareció su doppelganger, lo recordaba un niño muy bajito que aparentaba siempre menos edad de la que tenía, Regulus había crecido de golpe, literalmente, en dos semanas pasó de ser el más pequeño de su promoción a igualar en altura a Severus, y la última vez que lo había visto le pareció que ya le estaba pasando con unos pocos centímetros.

Regulus era difícil de definir, Severus lo había encontrado increíblemente molesto, aun así había sido una diferente forma de "molesto", ni él mismo lograba entenderse. Una vez Regulus al volver de vacaciones había preguntado "¿Me extrañaste Dalia? ¿Me extrañaste Severus?", su amiga por ese entonces se había negado a responder, mirando atrás debía ser porque ya sentía algo por Regulus, Severus por su parte respondió con un seco "No, ¿Porqué te extrañaría?" Regulus no dijo nada pero le miró como si fuera a echarse a llorar allí mismo, con cómo era, aquella era una posibilidad bastante factible, así que sintiéndose algo angustiado Severus se apresuró a intentar arreglarlo "Sí, sí, ya saben lo que dicen 'lo que estorba hace falta'".

No era bueno respondiendo esas cosas, nunca le diría que lo había extrañado, ni que le había escrito cartas a Lily, Dalia y a él aunque sabía que no podría mandarlas. No solo porque su padre le daría una paliza si le llegaba una lechuza, o porque no tenía su propia lechuza y mandarlas por correo era caro, sino porque nunca diría en voz alta lo que se le hacía tan fácil escribir cuando no pensaba dejárselo leer a nadie.

Aún así Regulus parecía entenderlo. No era solo que el muchacho fuera un entrometido y estuviera leyendo sus escritos personales, cosa que Severus odiaba, sino que simplemente parecía saberlo. Hasta ahora Severus no lograba adivinar como lo hacía.

Dejó el café que estaba tomando a un lado y caminó hacia la ventana, tomó la cajetilla de cigarrillos muggles y se llevó uno a los labios para encenderlo después con un hechizo no verbal de su varita.

Cuando era un adolescente Severus se dijo siempre que nunca desperdiciaría dinero en adicciones estúpidas, y no pudo mantener su palabra, esta era la tercera cajetilla de la semana. Fumaba para relajarse, por desgracia el tener un trabajo que odiaba, buscar mantener con vida al hijo de su amiga, que siempre parecía dispuesto a ponerse en riesgo, y toda su vida en general, no le dejaban muy fácil eso de dejar el tabaco.

Y ahora estaba Regulus, y Hermione, y eso que les estaba pasando y que Dumbledore le había pedido que vaya examinar al muchacho al día siguiente.

Le dio otra profunda calada al cigarrillo, y recordó por primera vez en años aquella primera vez que vio Regulus Black, en una librería del callejón Diagon que se había ubicado donde ahora habían construido ese infame monumento al mal gusto que titularon como "Sortilegios Weasley".

El arranque de magia accidental que terminó lastimando a Petunia había hecho que su relación con Lily peligrara, la chica decía que era su culpa y cada que lo pensaba más se daba cuenta de que tenía razón ¿Porque ellas podían controlarse y él no? Después de todo había querido lastimar a Petunia, le habría gritado para que se fuera si Lily no se molestara por ello pero su inconsciente era más difícil de controlar que su consciente. Lily tenía razón, era culpa suya y debía encontrar la manera de hacerse responsable.