Capítulo dieciocho

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Las tres hermanas

"Perdido en un mundo ajeno y hostil, fue su risa y sus juegos los que le dieron a mis primeros años eso que el mundo denomina "infancia" , 

para mi acostumbrada oscuridad fue como el sol de medio día, pero el sol es lejano, inalcanzable, llena el mundo de luz y calor pero nunca se podrá acariciar con las manos."

Había ciertas cosas que lo ponían de mal humor, últimamente muchas cosas, la sensación de no entender qué estaba pasando era una de esas, a eso había que sumarle la ligera sospecha de que sus amigos habían estado haciendo cosas con necromancia y lo habían dejado de lado.

De vuelta en su despacho del colegio le pidió a Blue, la elfina favorita de su difunto mejor amigo, al menos dentro del colegio, que le trajera otra taza de café cargado, se lo pensó mejor y le pidió toda la cafetera.

Para ese momento ya había terminado de calificar todas las tareas, organizado las clases de las dos siguientes semanas y realizado el inventario sobre los materiales que faltaban. Consideró ponerse a preparar las clases de dos semanas más, hasta el fin de curso si eso le daba algo con lo que distraerse.

La presencia de Hermione Granger había sido siempre perturbadora de por sí, la molesta chiquilla no solo tenía la desfachatez de parecerse a Dalia, sino de llamarse también como ella, como su segundo nombre, el nombre que usaban Regulus y él para referirse medio en clave a su amiga cuando las cosas empezaron a ir mal.

Físicamente se parecía un poco, y con los años se parecía más. Pero sobre todo, no actuaba como ella, otra cosa muy molesta. Del grupo Regulus y Dalia eran los que analizaban cosas que Severus no veía muy útiles entonces y todavía le gustaban mucho; Regulus hablaba de filosofía y política, y Dalia en menor medida también se interesaba por esas cosas. Pero ella a diferencia de Regulus, que era un fracaso con las pociones, también era capaz de llevar su mente analítica a este ámbito, podían entenderse mejor, Lily había sido así los primeros años, antes de que Gryffindor convirtiera todo intento de experimentación en una posible forma de magia oscura, entonces solo le había quedado Dalia, no tan habilidosa en preparar pociones como su hermana pero con mucha más facilidad para hacer deducciones con los ingredientes, muchas veces había sido Dalia la que terminaba sugiriendo alguna posible mezcla interesante basada en las propiedades de las plantas.

Dalia era más imaginativa que él, en cuanto logró entender cómo funcionaban las propiedades mágicas de las plantas comenzó a sugerir posibles combinaciones. Las hermanas Evans siempre tuvieron un talento fuera de lo común, inusual no solo para unas niñas brujas nacidas de muggles que nunca habían escuchado sobre el mundo mágico, sino también para los niños magos promedio.

Todavía recuerda cuando un día escondido en el parque del barrio aledaño al suyo las vio por primera vez; Lily de alguna manera había encontrado de forma intuitiva la manera de controlar su magia, Severus la vio levantar a su hermana menor por los aires casi su altura y hacer que el agua de su botella saliera de ella en burbujas. Dalia lograba imitarla de una forma torpe y Petunia las miraba resentida, sentada en el columpio. Lily era muy amable, intentaba alentar a su hermana mayor a intentarlo, pero niña inevitablemente fracasaba, Severus se dio cuenta de que era muggle, que nunca podría hacerlo.

Pero él si podía, o por lo menos debería poder; entendía los conceptos de todo, para entonces ya había comenzado a leer los libros de Hogwarts de su madre y muchas cosas le salían correctamente. Pero sin una varita, aún si era la de su madre que luego descubriría que era demasiado diferente a la suya propia como para funcionar, no podía hacer nada, a excepción de esos arranques de magia accidental que le habían ganado algunas palizas de parte de su padre y cada vez se le habían más comunes.

La generación rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora