Capítulo veinte y seis

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Los recuerdos del príncipe

PARTE I

El silencio de Regulus

Algo en sus ojos había muerto. Cuando ella se fue, algo de ambos se fue con ella.

No acostumbraba a comprar el periódico, no le gustaba leerlo tampoco, le parecía un desperdicio de dinero y las noticias lo aburrían, si había algo importante, seguramente Regulus se lo contaría, su amigo leía todos los días no solo el periódico sino también alguna que otra revista, siempre sabía que estaba pasando, así que era cosa de sentarse a desayunar tranquilamente y esperar que si había alguna noticia importante, Regulus corriera a contarsela.

Pero desde hace días que Regulus no le enviaba ninguna carta, o se aparecía en su casa para visitarlo y charlar un rato. Severus había comenzado a preocuparse, no era normal que su amigo estuviera más de una semana sin dar señales de vida, miles de ideas le habían pasado por la mente, desde que los aurores lo habían capturado hasta que se había suicidado, pero la primera opción no podría ser cierta ya que alguien le habría comentado algo, era esa segunda opción la que lo estaba perturbando.

Preguntó por aquí y allá, y le aseguraron que no habían tenido noticias de Regulus.

"Si se hubiera suicidado" le había dicho Barty "Yo ya lo supiera, se habría corrido la voz y salido en el periódico".

Por último se encontró casualmente con Lucius Malfoy, este le dijo que lo había visto de lejos el día anterior, cuando Cissy pasó a buscar algo a casa de sus tíos, los había atendido Orión, pero ni Regulus ni Walburga habían aparecido, Regulus parecía haber agarrado una gripe y estaba enfermo en su cuarto. Cuando ya se marchaban había visto a Regulus mirándolos desde las escaleras, había algo extraño en él, en la mirada que tenía, así que Lucius había decidido que era mejor no acercarse si Regulus no quería verlo.

Aún así el sentimiento de inquietud perduraba, había un miedo que le aprisionaba la garganta y le apretaba el corazón.

Al fin tuvo un día libre, y se apareció frente a Grimmauld Place, subió lentamente las escaleras y tocó la puerta, sin esperar a que le abrieran dio vuelta a la perilla y entró. La casa estaba más sombría que de costumbre.

Fue hacia las escaleras, le sorprendió que Kreacher no se hubiera aparecido ya para reclamarle. cuando llegó al segundo piso se encontró con Orión Black.

—Buenos días, señor... vine... vine... vine... a ver... a Regulus...

—Buenos días muchacho —sonrió el hombre, se veía cansado y pálido, su enfermedad estaba empeorando—. Regulus está en su habitación, hace días que se ha encerrado allí, dice que se ha resfriado y no quiere contagiarnos.

—¿Puedo ir... a verlo? —preguntó en voz baja, entre dientes.

—Si no te preocupa enfermarte, ve, siempre se alegra de verte —le respondió el padre de su amigo.

Severus asintió nerviosamente y caminó hacia el cuarto de su amigo, se paró frente a la puerta y golpeó con nerviosismo.

—¿Sí? —preguntó la voz de Regulus desde el otro lado.

—¿Reggie? —preguntó levantando un poco la voz—. ¿Cómo estás?

Su amigo no respondió. Severus sabía que debería esperar allí, pero no podía hacerlo, así que dió vuelta a la perilla, y abrió la puerta. Regulus difícilmente cerraría con llave la puerta si estaba en la habitación.

La mirada que le dió su mejor amigo cuando entró se le quedaría tatuada en la mente para siempre, era una mezcla de espanto, tristeza, vergüenza y quien sabe cuantas cosas más, Severus no era bueno descifrando emociones, solo sabía que algo muy feó le debía haber pasado a Regulus para que lo mirara así.

La generación rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora