Capítulo veinte y dos

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¿Quién necesita advertencias? Siento que serían spoilers, así que a partir de aquí a menos de que sean escenas gore diré algo, de lo contrario intentaré que las escenas queden al final por si alguien quiere saltárselas.

La otra Hermione

PARTE III

Desamparo.

Aún si esto nos condena a ambos, te seguiré hasta nuestra perdición.

Dalia fue a la graduación de Lily, aunque tal vez haya ido a la de Severus, Regulus la acompañó, lejos porque nadie podía verlos juntos y también era mejor que no la vieran junto a Severus. Lily tenía a los padres de James.

La soledad volvió a acompañar a Dalia como una presencia constante, había estado allí cuando enterraron a sus padres, aunque Regulus y Severus la acompañaron luciendo como dos desconocidos, pero al igual que ahora no podían acercarse ¿Qué le diría a Lily para explicar porque dos muggles que no habían visto nunca la consolaban? Dalia no era de hacer muchos amigos, como lo hacía Lily, Dalia tampoco pasaba demasiado tiempo en el mundo muggle.

Su hermana y Potter se quejarían de que Regulus y Severus estuvieran allí, ya dijeron algún que otro comentario feo al respecto, Potter intentado agradarle, supuso, le dijo que en buena hora había dejado de lado al par de bastardos puristas que nunca le habían traído nada bueno, la vida es mejor sin ellos, pregúntale a Lily, pregúntale a Sirius.

Dalia guardó silenció, disgustada pero al mismo tiempo preocupada, ella sabía lo hirientes que eran esas palabras para sus amigos, y ahora ambos le darían la razón. Le darían la razón a Potter y se apartarían porque, después de todo, Dalia estaría mejor sin ellos. Eso la asustaba, ¿Qué tan peligroso podía ser después de todo? Le asustaba más quedarse sola que los mortífagos.

Estaría más segura, era cierto. Eso la misma Dalia lo sabía, pero pensaba que no mejor, porque no podría ser mejor estar tan sola como estaba sin ellos.

Regulus y Severus no reaccionaron a los comentarios de Potter, otra ventaja de no supieran que eran ellos mismos, así no tenían que enfrentar a Potter, así podían despreciarse tanto o más que su enemigo.

Dalia quería protegerlos, decirles que no era verdad. ¿Pero qué podía hacer? En esos momentos a duras penas podía mantenerse de pie ella misma.

En la graduación de Lily se acercó recelosa a felicitarla, su hermana se sentía como una desconocida. Lily la invitó a almorzar a la casa de los Potter, Dalia no respondió, molesta todavía por las palabras de James durante el funeral. Se escapó sin dar una respuesta, Regulus, a lo lejos, le hizo señas para que los siguiera, casi corriendo, como huyendo de todo y de todos, llegaron al cementerio de bancas.

—Los Potter te invitaron a ir con ellos —señaló Regulus.

Dalia asintió.

—Deberías ir —Severus comentó con los ojos cerrados, estaba sentado contra el muro de piedra y tenía la cabeza apoyada contra este.

—Con Potter... y con Sirius —replicó lentamente Dalia.

—Con tu hermana, se supone que viniste por ella —dijo Regulus, Severus asintió lentamente.

—Sé supone que tú estás aquí por Sirius.

—Cierto, debería ver si me acerco, de seguro que me invita también —replicó Regulus con alegría fingida, su sonrisa desapareció para convertirse en una mueca melancólica—. ¿Por qué querría verme? Ya parecía disgustado cuando me vió entre el público.

La generación rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora