Capítulo cinco

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Casa

A veces me siento fuera de lugar, entonces llegas y me pierdo en tus ojos mientras me susurras en voz baja que la magia no tiene ni debería tener límites.

Hermione no pasa casi tiempo en casa de sus padres, ha venido a verlos por vacaciones pero ya se marcha de nuevo, ha preparado su baúl y lo jala escaleras abajo, lo deja junto a las gradas mientras mira el reloj, aún faltan veinte minutos para que vengan a buscarla, revisa la sala y encuentra a su madre reorganizando las repisas, recuerda cuando con siete años en un ataque de magia accidental rompió todos los vidrios de los portaretratos y camina hacia ella, siente que son tan lejanas, a veces es como si fueran dos desconocidas, desde que se enteró que era bruja se había abierto un abismo entre ella y sus padres, quienes nunca comprenderían por completo el mundo al que ahora pertenecía su hija.

- ¿Planeas redecorar mamá? - preguntó Hermione parándose junto a su madre, Helen levantó la cabeza y acto seguido se sentó en el piso.

- Solo estoy revisando lo que tenemos aquí - dijo la mujer sacando unos pesados libros del cajón frente a ella, eran álbumes de fotos, unos que Hermione no había visto en mucho tiempo -. No he abierto este cajón en meses.

- ¿Y esos álbumes? - preguntó Hermione sentándose junto a su madre, Helen tomó uno y lo abrió sobre su regazo.

- Son de cuando eras pequeña... - dijo pasando las manos por la primera página -. Has cambiado mucho desde entonces.

Hermione siguió su mirada y asintió, el crecimiento le había cambiado bastante, un buen cambio. La niña de las fotos tenía unos dientes frontales enormes y la nariz  redondeada, sus ojos eran más oscuros (Quizá eso fuera efecto de la iluminación) y su cabello aún más rebelde si era posible, aunque un poco más oscuro, como el de su padre.

No podía evitar pensar en que en aquel entonces se parecía mucho más a sus padres de lo que lo hacía ahora, aunque era un detalle tonto, porque quienes la miraran decían a veces que había salido a su padre y otras a su madre.

- ¿Te acuerdas de ese oso? Fue el primero que me encontré levitando un día, siempre aparecía junto a ti aun cuando no te lo habíamos acercado - comentó su madre y sonrió -. Yo comenzaba a pensar que habían fantasmas en la casa, tu padre decía siempre que aquello era una tontería, creo que yo estaba más cerca al final ¿Quién pensaría que era en realidad magia?

- Debió ser bastante aterrador - comentó Hermione cambiando la página del álbum, ahora estaba viendo una imagen del evento de navidad de pre escolar, su rostro se veía completamente redondo, con el tiempo sus facciones se habían afilado, su mandíbula se había vuelto más delgada, sus ojos un poco más grandes y su nariz más pequeña y respingada -. ¿Qué fue lo más raro que hice?

- Una vez hiciste un berrinche que hizo abrir y cerrar las gavetas de la cocina, parecía una escena de película de terror - contó su madre con una sonrisa, Hermione se rio también y en ese momento, llamaron a la puerta -. Me parece que ya vienen a recogerte.

Ambas se pusieron de pie y Helen abrió la puerta mientras Hermione tomaba su baúl, del otro lado de la puerta estaba una mujer joven de cabello rosado y un hombre de cabello castaño arenoso con muchas cicatrices en el rostro.

- Buenos días - saludo la señora Granger, los había conocido a ambos cuando fueron a traer a Hermione a su casa luego de que la muchacha se quedara más tiempo en el mundo mágico con el pretexto de asistir al juicio del padrino de su mejor amigo.

Los magos le devolvieron el saludo, algún ruido debió alertar al señor Granger de que habían llegado porque bajo las escaleras para saludarlos también, intercambiaron formalidades y entonces llego el momento de la despedida.

La generación rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora