No podía entrar. Estaba encerrado en su realidad, no podía abstraerse siquiera, el funcionario de la entrada le había dado unos consejos que fueron más inútiles que otra cosa. Estaba sentado en uno de los bancos metálicos cerca de un sauce de hojas tristes y marrones. Estaba muriendo, y él también se sentía así. Se había prometido entrar ese día, se lo había prometido a Miguel, así que cerró los ojos y trato de concentrarse en la imagen de Cero que conocía; o al menos lo intentó hasta que el barullo de una manada de chicos le alertaron.
- Tío, lo de Kumori ya roza lo desvergonzado. No sigue las normas, no entra al Espíritu con nosotros y además está quedando con Atlas para que le cuide mientras se mete él - se sentaron en el suelo, algunos con las espaldas apoyadas en el árbol -. ¿Siquiera por qué está en el grupo?
- Calla Hiena, ya sabes por lo que ha pasado, todos queremos hacerle sentir que no está solo en esta mierda de mundo - dijo el chico que aparentaba ser el jefe -. Recordad, nada de nombres reales en los nexos.
Entonces el grupo se sumió en un cuchicheo hasta que se hizo un silencio, y tras un poco de tiempo el murmullo volvió a surgir, pero con muchos menos miembros.
- Es un asco no poder entrar, imagina lo que se tienen que estar divirtiendo dentro.
- Cállate Coyote, imagina que se despierten ya, esto lo hablamos por privado, no delante de ellos.
Samael se desentendió de ellos entonces; no podía entender como alguien podría estar celoso por no poder entrar a un mundo falso como Espíritu. Aún con el cuchicheo que se mantenía en el grupo que tenía a pocos metros trató de vaciar su mente y centrarse en la imagen que tenía de Cero, pero seguía sin poder. Suspiró abatido y se levantó, sacudiéndose las hojas de los pantalones, para marcharse pensando en que podría intentarlo de nuevo más tarde; aunque al pasar por la puerta escuchó algo que le hizo detenerse.
- ... Pero vamos Atlas, de verdad te digo que lo de tu libro no podría pasar en Espíritu, al menos en la parte que conozco. Tanta magia... No sé ni siquiera si es posible. - Eso fue lo primero que llamó la atención de Samael.
- Ya Kumori -y eso fue lo que terminó de atraerle a la conversación-, pero imagina que pudiera, todas nuestras novelas tendrían cabida. Sería increíble... - Comentó con voz soñadora.
Con un ligero carraspeo y un movimiento de mano apenas perceptible, trató de llamarles la atención:
- Buenos días... Si me permitís que os comente algunas cosas que seguramente os interesen...
- Cállese anciano, no queremos comprar nada ni nos interesa nada de lo que diga. - Dijo Kumori con unos ojos fríos como piedras y brillantes como fuegos mientras extendía su brazo en frente de Atlas en un ademán protector.
- Eso es de mala educación, joven. Simplemente quería comentaros sobre cosas acerca de vuestro grupo ya que recientemente he estado cerca de ellos.
- Kumori, deberías dejarle hablar, puede que tenga algo importante. - Trató de persuadirle Atlas mientras bajaba el brazo de Kumori, no sin cierto esfuerzo.
- Adelante, di lo que tengas que decir. - Aquella mirada fría y desconfiada de esos ojos azules como zafiros le recordaba a la misma que el había tenido cuarenta años antes, después de perder a su mejor amigo.
- Antes que nada, quiero presentarme. Me llamo Samael Potteryani, un placer. - Por algún motivo la hostilidad de Kumori disminuyó ligeramente, pero aún le miraba con precaución.- Estaba en el nexo, tratando de entrar a Espíritu cuando vuestro grupo llegó y comentó algunas cosas la mar de interesantes. Como que tú eres un traidor -señaló a Kumori-, y tú eres un tipo demasiado cándido -señaló a Atlas-. Y después me gustaría comentaros que lo que decíais sobre la fantasía y la magia podría existir perfectamente en cinco o en seis, si encontráis a un soñador así.
- Suficiente. Gracias. - Cortó rápidamente la conversación el joven de mirada desconfiada.
- Ha sido usted muy amable, muchas gracias señor Potteryani. ¿Por algún casual no será usted el escritor de la investigación acerca de Espíritu? - Kumori rodó los ojos y se alejó mientras se distanciaba un poco de la conversación pero mantenía la vista fija en la interacción entre Atlas y Samael.
Y mientras todo esto sucedía, Hare estaba corriendo como alma que llevaba el diablo, con Eleuteria a veinte pasos detrás de ella. Su objetivo era el parque, eso lo sabía, tenía que llegar, allí tal vez estaría lo suficientemente lejos de su familia como para hablar con su guardaespaldas tranquilamente, o eso pensaba hasta que se encontró a un adulto envejecido y a Atlas en frente de ella. Consiguió evitar chocar con ellos, pero aquel repentino giro desestabilizó su equilibrio y cayó.
- Deberías tener más cuidado, podrías hacerte daño una de estas. - Comentó Kumori mientras la sujetaba para que no terminase de caer.
- Gracias Kumo...
- ¡Suéltela ahora mismo o enfrente a las consecuencias! - Hare escuchó aquella voz femenina que le era tan familiar.
- Aléjese usted. La viene persiguiendo desde hace un buen rato. - Ordenó el joven mientras ponía a Hare detrás de él para mantenerla a salvo. - ¿No cree que ya ha hecho demasiado? - Sentenció con una amenaza implícita y una mirada gélida.
Mientras Eleuteria trataba de pensar una respuesta, Atlas y Samael pararon la conversación que mantenían y fueron a ayudar a proteger a Hare colocándose en los laterales y extendiendo sus brazos alrededor para dar la sensación de mayor protección
- Creo que ha habido un malentendido, soy la guardaespaldas de la señorita. Ella lo puede decir, ¿verdad, señorita? De hecho, tendríamos que irnos ya, la esperan en la casa. - Esta vez era ella la que había impreso una orden en sus palabras.
- Sí... Sí, tendría que irme ya. Lamento el malentendido, muchas gracias a todos ustedes... - Ahora tenía que fingir que no los conocía o todo iría en picado, y no podía permitirse arriesgar aún más aquel resquicio de paz y tranquilidad.
Salió del círculo que habían hecho los tres hombres, y antes de ir a reencontrarse con su perseguidora se giró para decirle sin voz a Kumori un "te escribo luego". Después todos fueron testigos de como la adulta agarraba con fuerza la muñeca de Hare y la arrastró con ella.
ESTÁS LEYENDO
Memorias de Espíritu
خيال علميSin un destino ni objetivo se desarrolla la aventura e investigación de la realidad llamada Espíritu que abarca todo un mundo. Samael, Hare y Kumori se adentrarán e investigarán los sospechosos sucesos que últimamente se han producido de forma frecu...