🩷 ; Capítulo 3.

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Al salir del auto, lo primero que vio Hyunjin fue los enormes edificios cristalizados que parecían brillar con la luz del sol. Supuso de inmediato que eran más enormes, a comparación de otros que ya había visto anteriormente.

Un hombre con uniforme negro se acercó al rubio y le hizo entrega de las llaves de su auto. Esa clase de servicio la había visto en algunas películas, pero por su mente pasaron varias preguntas: ¿se podía confiar así en una persona? ¿tanta podría esa esa confianza para entregar las llaves de tu auto y dejarlo a su completa disposición?

Sin más, el rubio se encaminó hacia el interior del edificio y Hyunjin se quedó observando cómo el vehículo desaparecía, hasta que fue interrumpido por la grave voz del chico bien vestido.

—Camine. No tengo tiempo que perder —mencionó, acomodando su traje para verse más presentable de lo que ya estaba.

Hyunjin obedeció y lo siguió por detrás. Observando a todos los que entraban y salían del lugar, se dio cuenta que, a comparación suya, vestían bastante elegantes y aquello lo hizo sentir pequeño; como si no perteneciera ahí.

De verdad no sabía qué estaba haciendo ahí.

—Deténgase —advirtió el de seguridad al castaño, extendiendo una mano en dirección a su pecho y logrando que se sobresaltara.

—Está bien. Él viene conmigo —habló el rubio que ya se encontraba al otro lado de la puerta—. Es inofensivo y no porta ningún arma. Yo mismo me he encargado de verificarlo.

Aquello último hizo sentir avergonzado a Hyunjin y el calor no tardó en hacerse presente de nuevo en sus orejas. Por suerte, su cabello las cubría perfectamente y podría pasar desapercibido.

El hombre de seguridad lo escudriñó con la mirada, dudando, pero terminó por cederle el paso. Con una reverencia y una pequeña sonrisa en sus labios, el castaño avanzó hacia el interior del edificio, quedando impresionado por lo enorme y amplio que era.

—Buenos días, Yongbok —saludó otro hombre de traje con una reverencia.

Al escuchar aquella, Hyunjin buscó a su alrededor a la persona mencionada, pero no vio a nadie más; solo un par de secretarias y otros hombres de seguridad haciendo su trabajo. Así que, por alguna razón, supuso que se refería al chico aburrido de gafas.

Entonces pudo confirmar que se trataba de él cuando lo vio correspondiendo el saludo con una misma reverencia. Hyunjin frunció el ceño y fijó sus ojos en la espalda del rubio.

«¿Acaso este tipo es alguien importante en este lugar? Quizá pueda tratarse de algún ejecutivo, un socio del director... o su mismo hijo».

—Buen día —respondió y, sin decir ni una palabra más, se encaminó hacia uno de los ascensores.

—¿Estás listo para la junta de hoy? —preguntó el otro hombre con una sonrisa en sus labios, logrando que el rubio detuviera sus pasos.

—Yo siempre estoy listo —respondió con firmeza.

—Date prisa. Comienza en quince minutos.

—Entonces no me hagas perder más mi tiempo.

Hyunjin, en silencio, estuvo a punto de caminar detrás del rubio cuando el hombre lo detuvo también poniendo una mano en dirección a su pecho.

—¿Tú qué haces en un lugar como este? —cuestionó aquel, mirándolo como si fuese una aberración para el planeta.

—¿Hay algún problema? —interrumpió el rubio.

En un latido de corazón • HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora