La noche era joven, el se alistaba para salir de fiesta con sus amigos. Mientras revisaba su outfit una vez más, su celular sonó.
Era una notificación de mensaje, al parecer alguien le había mandado un mensaje de voz así que sin más lo reprodujo.
-Tomi, tené cuidado. Hay muchos disturbios en la calle, no te mandes ninguna cagada. Acá con Cata y Paulina decidimos no ir a lo de Nico, las cosas están raras -finalizo el audio
Tomi no le dió importancia al aviso de su amiga, había escuchado de los disturbios pero era lejos como para preocuparse.
Termino de arreglarse, se tomó una foto en su espejo y salió de su casa listo para salir de fiesta.
Mientras esperaba el colectivo noto que en la vereda de enfrente había un grupo de personas reunidas alrededor de alguien que yacía en el piso. Se quedó viendo por un rato mientras esperaba, para cuando apareció el colectivo, Tomi, noto que la persona se levantó del piso y se abalanzo sobre uno de los presentes.
No le dió mucha importancia y se sumergió en su celular mientras se alejaba de ahí. Claro , que, su celular no dejo de recibir mensajes de amigos y familiares que le advertían que no saliera y que se mantenga a salvó.
—Que insoportables que son —dijo molesto guardando su celular— no es para tanto.
Pero si era para tanto.
—Escuche que en Jujuy la gente se come entre si —dijo una pasajera preocupada— y mi tío en Rosario dice que cerraron los accesos a la ciudad
Tomi escucho desde lejos la conversación.
—De ser así estaríamos en el comienzo del fin —complemento el señor con el que charlaba la pasajera.
—Espero que no. Este país enfrentó cosas peores, unas simples revueltas no serán nada —dijo esperanzada.
Tomi decidió ignorar la conversación de las personas pero le resultaba interesante saber que decían.
—Hasta dónde se en La Rioja están desalojando a todos —dijo otra pasajera mas.
—Cordoba está manejando la situación bien. Mis parientes de allá dicen que todo empezó en Río Cuarto —agrego otro más.
Tomi estaba tan inmerso en esas conversaciones que casi se pasa su parada. Se dió cuenta y bajo rápidamente del colectivo y ahora, solo le quedaba caminar hasta el boliche.
Desde lejos ya podía ir escuchando la música que salía del lugar cuando su celular recibió otro mensaje.
—Perdon Tomi, mi abuelo está re mal y tengo que quedarme a cuidarlo. Sorry —leyo.
Tomi se preguntaba que le pasaba a sus amigos que le cancelaban la salida.
—Algo raro pasa —penso.
Al llegar al boliche, formó la fila y luego entro al lugar. No le resultaba extraño el lugar, pero si la poca cantidad de gente que había en la pista de baile, estaba apenas con gente y la que había se la pasaba sentada en los sillones o en la barra.
Comenzó a bailar muy tímidamente con demás personas esperando así entrar en ambiente. Veía que la gente de su alrededor bailaban pero al instante paraba.
No le dió importancia y fue al baño donde se lavo la cara y se vio al espejo. Se lamentaba el haber desperdiciado un buen outfit en esa salida penosa. Ya estaba por salir cuando escucho unos gritos desde la pista.
—¿Que carajo? —exclamo asustado.
—Es el típico grito que todos hacen —dijo relajado un chico en uno de los cubículos del baño.
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El Tango De Los No-Muertos
Ficción GeneralUn misterioso virus azota las vastas llanuras argentinas, transformando a la tranquila población en hambrientos no-muertos. Mientras los sobrevivientes luchan por su vida en las calles de Buenos Aires y las pintorescas ciudades del país, un grupo di...