Prólogo.

220 11 2
                                    

Nerea Martín.

Cansada, miraba mis apuntes encima de la mesa y bufaba al ver tanta información que aprenderme. En unos pocos días, tendría mis exámenes finales, las cuales tenía bastante miedo de suspender. Un futuro podría estar en juego por culpa de mis exámenes y notas finales. 

Me levanté de la mesa cansada y salí de la habitación cerrando la puerta en mi espalda. Bajaba las escaleras como si nunca las hubiera bajada y nunca las hubiera visto. Me agarre el pelo con una cola alta, gracias a la pinza. 

-Hola, enana.- esa voz. En cuanto lo vi de lejos, me fui corriendo para abrazarlo o tirarme en sus brazos. Al final, fue la segunda. Jorge Martín era mi hermano mayor, y el piloto de MotoGP. Me dio un beso en la cabeza y me dejo en el suelo. Sonreía al igual que yo al verlo.- Estás radiante, hermanita.- se burló. Rodee los ojos y miré al chico que tenía al lado. 

-Hola, Fermín.- me dio un pequeño abrazo y me volvió a sonreír. Hacía mucho que no nos veíamos. Estaba igual, mentira, está vez algo había cambiado. 

Fermín Aldeguer y yo, nos conocíamos de hace unos dos meses atrás. Jorge lo invito a casa un día para que comiera con nosotros. Lo conocí y nos hicimos amigos. Hablábamos por Instagram pero nunca llegamos ha hablar tanto. Aún así, había confianza, no mucha. 

-Hola, Nerea.- Jorge fue a por un vaso de agua.- ¿Que tal llevas bachillerato? 

-Lo llevo bien, pero hacer tantas horas de estudio me está matando.- se echó una risa y me revoloteo el pelo antes de irse con mi hermano. Yo sonreí y fui con ellos. Jorge me miró.- ¿Que? ¿Pasa algo? ¿Tengo algo en la cara?. 

-¿En serio, Nerea?- me quede igual. Fermín solo soltaba carcajadas y mi hermano negaba con la cabeza. Los mire y entonces recordé porque estaba allí. Fui corriendo a buscar la maleta y me cambie de ropa. Me puse un chándal gris, bambas blancas y un top negro. A la media hora volví a bajar, estaban los dos en el sofá apoyados mientras hablaban. 

-Por fin bajas, has tardado media hora, Nerea.- me dijo Fermín soplando y poniéndose de pie. Jorge hizo lo mismo y fuimos hacía el garaje. Fermín me ayudo a poner la maleta en el maletero y nos adentramos al coche. 

-¿Cuantas horas son de trayecto?- pregunté ansiosa. Iba a esta con mi hermano y Fermín estás dos semanas seguidas. La primera para ir a París y la siguiente una carrera en Portugal. Sería lo mejor que podría hacer, y lo mejor pensado. 

-Catorce hora.- dijo Martín poniendo el Google Maps. Me eche para detrás haciendo un gruñido. Jorge negó divertido. 

-Esta no va a aguantar seis horas sentada, ya verás.- Fermín me miró desde el retrovisor y soltó una risa. Yo solo rodee los ojos y me limité a mirar hacía delante. 

***

Habían pasado seis horas. Estábamos haciendo una parada en medio de una gasolinera para pedir algo o para hacer nuestras necesidades. Fuimos hacía el sitio. Llevaba la capucha, hasta que el gracioso de Fermín me tiro la capucha por detrás. 

-Que gracioso, Fermín.-lo mire y el me dedicó una sonrisa. Paso un brazo por mis hombros y sin darme cuenta estaba en el suelo. Se estaba riendo y eso me provoco una risa de esas extrañas. 

-Venga ya, diviértete un poco, Nerea.- me miró y se apoyo en sus rodillas.- Se que tienes que estar pendiente de tus estudios, pero estos fines de semana estas con nosotros.

Me senté y lo mire a esos ojos verde oscuro.- Fermín, es complicado... Algo me dice que no lo podré conseguir y no quiero que eso pase...

-Claro que lo vas a conseguir. ¿Quien dice que no?- me miró y me dio la mano para ponerme de pie. Sonreí y me puse de pie.- Anda, ven aquí, te irá bien un abrazo.- me acerqué y lo abrace, pero volví a terminar en el suelo. Le di una pequeña patada en la pierna y el solo reía. 

-Nerea, ¿que haces en el suelo?- Jorge había salido del baño y nos estaba mirando confundido.- De verdad, no se os puede dejar solos ni cinco minutos. 

Me levanté del suelo y Fermín paso un brazo por mis hombros. Fuimos a la cafetería que había cerca y nos sentamos en una mesa. Pedimos los tres y esperamos. De repente, el móvil me sonó muchas veces seguidas. Ambos me miraron. Mire los mensajes; 

Claudia: Nerea
Claudia: Necesito tu ayuda, ya.
Claudia: Es muy importante y tiene que ver con Mateo.

Nerea: ¿Estoy seis horas fuera y ya estás completando tu misión sin mi? Que mala amiga.
Nerea: Jajajaj, venga, dime lo que es tan importante para ti.

Claudia: Mateo me ha invitado a una cena con los del equipo y sus novias.
Claudia: Estoy perdida, no se que ponerme y tampoco se como irá porque estaré mas nerviosa que nunca, dios, Nerea ayúdame, tienes experiencia. 

Nerea: ¿Cuando es la cena? Necesito fecha, hora y en que lugar, depende de todo eso, te pondrás una cosa o otra, eso esta claro. 

-Nerea.- mi hermano me llamó y lo miré.- El café ya te ha llegado.- afirmé y deje el móvil encima de la mesa. Ambos me miraron.- ¿Quien es? 

-Es Claudia.- dije poniendo el azúcar. Los dos hicieron gestos con la cabeza y solté una carcajada. Sabía lo que querían.- Es privado, no voy ha decir absolutamente nada. 

Ambos bufaron y nos bebimos el café que teníamos en frente. Pasaron los minutos, y nos acabamos yendo para hacer siete horas más. Esta vez, me quede dormida en los asientos de detrás. Lo último que pude ver, fue la sonrisa que tenía Fermín en cuanto me vio. Siendo realistas, a veces no solo lo veía como un hermano mayor, lo veía como algo más... 

Tal vez sienta algo, a pesar de haberlo conocido hace tres meses. Unas mariposas recorren mi estómago al verle esa sonrisa y cada detalle que ver, cada detalle en esos ojos verde oscuro...



Una Recta Sin Final: Fermín AldeguerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora