VIII.

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Nerea Martín

Estábamos en el box de mi hermano, María estaba sentada mirando la pantalla y yo estaba de pie de brazos cruzados mirando la pantalla y Fermín estaba viniendo hacía aquí. Se había quedado unos minutos mas con Jorge hasta que sonó la sirena. Al llegar Fermín al box, se puso a mi lado y paso una mano por mi cintura acercándome a él. Sonreí al igual que él. 

-Relájate un poco, desde lejos se ven tus nervios, Nerea.- me dijo mirándome, me puse mi trenza de lado y lo miré. agarró mi mano y me acercó mas a él, poniéndome en frente. Entrelazo nuestros dedos y puso la manos en la cintura. 

-Se trata de mi hermano, como no lo voy a estar.- puso su barbilla en mi cabeza debido a la diferencia de altura. Sonreí y miramos como empezaba la carrera. Jorge se puso en medio de todos como había hecho Fermín. Paso la carrera tan deprisa que ni me di cuenta de que Jorge había ganado quedando primero. Saltamos todos de alegría y no se en que momento, yo y Fermín estábamos en medio, abrazándonos, con sus manos en mi cintura y las mías en su cuello. Nos apartamos y conectamos nuestra mirada. Había conexión. Lo sabía. 

Fuimos corriendo hacía el parque cerrado. Nos abrazamos todos juntos y demás. Las horas pasaron volando, Jorge fue a su Motorhome para cambiarse y luego ir a cenar algo y celebrar la victoria de ambos. El vuelvo salía de las cinco de la madrugada. Me puse un vestido negro corto con las AirForce, me planche el pelo y fui con un bolso blanco. Yo y María habíamos ido ha hacernos las uñas mientras que los chicos se arreglaban. Eran unas francesas negras redondas. 

-Uy que guapa va mi hermanita, como sabe que va Fermín se pone como una modelo.- los tres nos reímos y María agarró mis manos. 

-Haz lo que hemos hablado hoy, no pierdas la oportunidad, ya nos ocuparemos de poner una excusa para que duermas con Fermín.-me puso roja y mi hermano se acercó. 

-Estáis destinados, yo lo sé, y no te haré un feo cuando vengas y me digas; "Fermín y yo estamos saliendo" Yo encantado de tener a mi chiqui contigo, es buen chico y tiene buen corazón.- me dio un beso en la cabeza.- María me ha dicho lo que habéis hablado antes, y si llegáis a besaros, me lo dices, que soy tu hermano. 

La puerta sonó:- Tu chico ya está aquí. 

-Hombre, míralo que guapo.-sonreí como una tonta al verle con unos cargos de color beige y una sudadera totalmente negra. El pelo desordenado, las AirForce, esa sonrisa tan blanca, tan perfecta, olí su colonia desde donde estaba y me derretí. 

-Lo mismo digo, Martinator.- le dijo a mi hermano con esa sonrisa. Esos ojos verdes conectaron con los míos y aparté la mirada nerviosa y roja. Hice ver como si fuera a coger algo y agarré lo primero que vi; una funda de móvil. ¿En serio, Nerea? Madre mía. Lo miré, estaba saludando a María y me tocó a mi. Por fin.- Hola, enana. 

-Hola, Fermín.- dije. Nos abrazamos pero esta vez puse sus brazos alrededor de mi cuello y yo de su cintura. Me dio un beso en la cabeza y nos separamos. Estuvimos hablando todos juntos hasta que decidimos irnos. Quería ir en el coche de Fermín y ellos lo sabían. Iban a poner una excusa, puede. Pero también lo podía pedir yo. 

-Hacemos una carrera, yo y María vamos juntos en mi coche, y tu y mi hermana en vuestro coche, a ver quien llega antes.- dijo Jorge con una sonrisa.

-Ala, yo tengo el coche en la otra punta, tu lo tienes aquí al lado.- dijo Fermín con una sonrisa. 

-Pues nos esperamos en la puerta que hay en la entrada y arrancáis los dos a la vez.- dijo María cruzándose de brazos. Nos miramos y me guiño el ojo.

-Venga va, ¿trato?- dijo Jorge estirando su mano. Fermín aceptó y le dio la mano. Los cuatro salimos rápido, Jorge y María se fueron por un lado y nosotros por otro. 

Caminamos cinco minutos en silencio, hasta que Fermín me tiró de la mano y me abrazo la cintura y escondiendo su cabeza en mi cuello. Me apretó un poco y se separó un poco. 

-Es que antes solo te he dado un abrazo.- me dijo con una sonrisa. Sonreí y lo miré.

-Y ahora también.- sus ojos conectaron con los míos.

-Pero no ha sido el mismo abrazo, ha sido mucho mejor.- me dio muchos besitos en la frente y sonreí como una tonta.- ¿Te quedas está noche conmigo? 

-Si quieres si.- se puso a mi lado y me cogió de la mano entrelazando nuestros dedos.

-Claro que quiero.- soltamos una risa y nos subimos al coche. Estuvimos todo el camino cantando con temazos que salían de mi playlist. Y así hasta que llegamos, ellos habían llegado antes por un minuto. Entramos y nos sentamos. Pasaron los minutos y Fermín puso una mano en mi pierna, me quedé congelado y Jorge y María lo notaron. Ambos me guiñaron el ojo. 

Fermín me daba mimos, algún beso en la frente. Pero la conexión nunca se iba, es como si los dos estuviésemos conectados en el mismo momento y sintiéramos lo mismo. De la misma manera y demás. No podía negar que me encantaba estar así con él.  

Estaba enamorada de él. De sus ojos, de su sonrisa, de su nombre, de sus chistes, de él en global. Cuando está a mi lado es como si me olvidara de los demás, de lo que me pasaba, de como estaba, de mi tristeza, todo con él era un nada. Gracias a esa sonrisa, puedo ser feliz sin nadie diciéndome nada. Sin nadie que dijera nada de mi, ni rectificará mis errores. Me hacía sentir de una forma jodidamente preciosa. Como me hacía sentir una reina, con su atención, sus cariños, y todo sin pedirlo. 

Él era mi salvación. 

¿LLEGARÁN A TENER ESE BESO? ¿LOS SENTIMIENTOS SON MUTUOS?
Ya lo veremos...

Una Recta Sin Final: Fermín AldeguerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora