Capitulo VI - Primer Acto

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Wipe the tears from your eyes
Wipe your tears away
I'll wipe your tears away
I'll wipe your tears away (Sunday, Bloody Sunday)
I'll wipe your bloodshot eyes (Sunday, Bloody Sunday)

El tiempo pasó. Pues así es el tiempo; efímero.
Recuerdo que cursaba el 3er. Año de secundaria.
Aún quedaban en mi memoria esos recuerdos sobre los payasitos. Pero ya no me llamaban la atención, no hasta ese entonces.
Ahora me llamaba la atención el desmadre, las chicas, el tabaco, la marihuana, el rock. Recuerdo que en ese entonces sonaba mucho en el radio "Sunday Bloody Sunday" de U2. Mis amigos y yo nos escapábamos en las tardes a fumar algo de marihuana y tomar alcohol en el patio de la casa de Mauricio, ya que sus papás no se encontraban porque trabajaban.
Mauricio y yo nos habíamos convertido en los mejores amigos. El conseguía la hierba y yo le sacaba dinero a mi papá cuando llegaba tomado para comprar cerveza al día siguiente. Los demás ponían revistas pornograficas que les robaban a sus hermanos mayores. Mauricio y yo éramos hijos únicos.
Recuerdo que una tarde, el teléfono de la casa sonó, era mi tío Ricardo, de Acapulco, hermano de papá .
Papá asistió al teléfono y solo hizo dos gestos. Colgó y se fue a sentar al sillón de la sala. Llevándose las manos a la cara.

El abuelo había fallecido, sentí un hueco en el estómago porque recordé cuando tuve la oportunidad de ir a conocerlos y no quise. Preferí esa estúpida fiesta. Se me hizo algo extraño que papá solo le lloró al abuelo un par de minutos, yo creo que le lloraría a papá mucho más si él llegara a fallecer.

Fue con mamá y le dijo lo que había pasado.
El y mamá salieron al día siguiente rumbo a Acapulco, yo me quedé con los papás de mi mamá porque al día siguiente tenía un examen y no podía faltar. Ese hueco en el estómago se hizo aún más grande cuando me di cuenta que si antes no había conocido el mar mucho menos ahora lo haría y menos conocer al abuelo.
Papá tenía solo un hermano, el tío Ricardo, el tenía un hijo casi de mi edad, Alejandro, mismo que solo conocía en una foto que nos mandaron una navidad. La abuela, mama de mi papá, aún vivía pero padecía de Alzheimer, ya por su edad no reconocía a nadie.
Esa tarde, me reuní con Mauricio y los chicos en el patio de su casa como de costumbre. Al llegar me preguntaron -¿qué pasó wey, dónde están las cervezas? -mis papás salieron de la ciudad, no pude conseguir feria hoy. -les dije mientras hacía un gesto de negación.
-Ya ni la chingas, y ¿ahora? ¿qué vamos a hacer sin pisto? Me quedé pensando un segundo y se me ocurrió la genial idea de ir a robarle algo de dinero a mis abuelos, total a ellos les daban pensión, así que no había problema; de seguro tenían más dinero escondido en algún lugar.
Entre a escondidas a la casa, por la puerta de la cocina, tratando de no hacer casi ruido, los dos estaban dormidos en la sala con la televisión prendida.
En la mesa de la entrada estaba la cartera de mi abuelo, con la precisión de un cirujano abrí con cuidado la cartera y saqué un par de billetes, volviendo a dejar la cartera en el mismo lugar, para que no sospecharan de mi. Al dar la vuelta escuché un ruido, -mh mh... era el abuelo acomodado en la silla donde se suponía estaba dormido. -¿no es más fácil pedir las cosas cabrón? -me preguntó con cara de enfado. -Perdón abuelo, -le respondí agachando la mirada y con voz baja para no despertar a la abuela. -no era mi intención, pensé que no te darías cuenta, pero mira, aquí está el dinero, no te molestes conmigo ni le digas a mi papá. -le dije estirando la mano con el par de billetes.
-¿para que lo querías? -me dijo.
-¡Quiero que me digas la verdad, porque si me mientes si le diré.! -me dijo.
Me quedé callado un momento pues no sabía si decirle alguna mentira y se diera cuenta, o decirle la verdad y se molestara con más razón. Me envalentoné y levanté la mirada.
-Para comprar cerveza, le dije.
-¡Ay,! pinches chamacos de ahora. ¿Qué edad tienes cabrón? -preguntó sorprendido.
-Pues 14, abuelo. -le respondí. Se me quedó viendo un par de segundos y me dijo:
-Ten, agárralos como si fuera tu domingo, solamente no le digas a tus papás que yo te los di. Y lávate el hocico cuando llegues a la casa porque si tu abuela se da cuenta, el del problema seré yo. -me dijo mientras se volvía a acomodar en la silla para seguir durmiendo.
Agarre mi mochila y me fui corriendo al depósito del Chino, el Chino era amigo de mi papá entonces me hacía wey para que me vendiera cerveza como si fuera para el. Sabiendo que mis papás no estarían en casa me alcanzó para una botella de Bacardi y las cervezas. Cuando llegué con los chicos se sorprendieron de lo bien surtido que iba. -¡eso chingón! -me gritó Mauricio al verme llegar.

Esa tarde fue genial.

El Circo de TrampitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora