✮ 4: El Lunar

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BENJA:

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Miedo, fue eso el sentimiento que me estuvo acompañando durante una semana. Miedo de que volviera a suceder y alguien me mirara. Ocurrió en casa un par de veces, y mis padres no se dieron cuenta porque ni siquiera estaban en ella (eso de que trabajen todo el tiempo trae sus ventajas), y con esas ocasiones fui aprendiendo que sigue un orden.

Estaba mirando el conjuro, y si bien no me provoca miedo (he visto toda la saga unas 20 veces) un screamer si me hizo saltar, y no solo de mi asiento, sino de mi casa entera porque aparecí en el patio de la misma.

Así que, durante la mayor parte de mi primera semana escolar, trate de alejarme de todo lo que sabía que no me iba a mantener tranquilo, entre ello estaba mi primo. Era algo grosero, pero lo quería muy, pero muy lejos de mi.

Aún así llegué a pensar que mi propio grupo de clases provocaría que fuera lanzado por el espacio tiempo y aparecer en marte (y ojalá hubiera ocurrido) porque eran fastidiosos hasta la medula.

Pero mi madre me enseñó que para calmarse hay que respirar, relajarse y pensar que todo estaría bien. Eso hice, me intenté mantener en calma toda la semana aunque eso implicara estar solo una gran parte del tiempo.

Mentí, no soy bueno haciendo amigos, aunque sigo creyendo que ellos llegan por casualidades de la vida como un choque en la cafetería. Seguí pensando en el chico del primer día, se miraba tan agradable que ni siquiera entiendo como Sebastián pudo alejarme de él, y lo peor es que no lo volvía a ver durante varios días, ahí fue cuando pensé que se escondía de mi por miedo.

No fue hasta la semana siguiente que un evento algo desafortunado me hizo dar con él de nuevo.

Era la hora de comer, así que simplemente me senté solo en la cafetería.
MALA IDEA, SEBASTÍAN ME MIRÓ.
No supe que hacer para huir, así que me metí debajo de la mesa y pum, aparecí en medio del pasillo escolar chocando contra el casillero de aquel chico que jamás me dio su nombre.
¿Lo peor? me choqué contra su puerta mientras él sacaba algo del lugar.

—¡Oh, Dios! —Exclamó al escuchar mi cara chocar contra su puerta.

—¡Estoy bien! —Anuncié mientras pasaba mi mano por mi frente donde recibí todo el puto golpe.

La Teoría De Las ConstelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora