Y en el cielo brilló intensamente la estrella de Belén, los ángeles cantaron su coro y ls bendición cayó en la tierra cuando él nació.
Emmanuel estaba con nosotros.
María, con su velo celestial azulado y coronada con 12 estrellas del firmamento, contemplaba con dulzura al bebé que reposaba plácidamente en sus brazos, mientras que José se inclinaba para depositar un casto beso en la frente de su esposa, aún cautivado por la hermosa escena que contemplaban sus ojos.
—Tuyo es el reino. —proclamó Melchior al entrar con sus colegas, postrándose ante la Sagrada Familia y colocando mirra a los pies del recién nacido.
—Alabado sea nuestro rey. —continuó Gaspar, quien presentó una botella del más fino incienso.
—Por siempre. —finalizó Baltazar, depositando su obsequio cerca de María.La joven madre sonrió con gratitud. Los pastores se habían postrado al instante de ver al Salvador en el pesebre; todo Belén sabía que algo milagroso había acontecido esa noche, y también él.
—Así que acá estaban escondidos, en esta pocilga.
José se puso de pie al escuchar la voz de Antípatro, hijo de Herodes el Grande, y se posicionó frente a su familia en señal de protección.
—No permitiré que te acerques. —advirtió con una valentía y firmeza que lo sorprendió incluso a sí mismo.
—¿Quien es el padre?
—Soy yo. —respondió José.
—No, tú no. —dijo despectivo. José sintió el orgullo herido.Los soldados ingresaron tras el príncipe, apuntando con sus lanzas hacia la familia, en espera de una orden fatal que, sin embargo, nunca llegó.
—¿Él es de quien tanto se hablan? —inquirió Antípatro, con un dejo de irritación en su voz.
María asintió en silencio.
—El cielo ha bendecido su nacimiento.
El príncipe la observó de reojo mientras ella se levantaba con dificultad, habiendo dado a luz apenas minutos antes, y José la sostuvo con rapidez para evitar que cayera.
—No es una amenaza para tu padre. —intervino Gaspar, junto a los demás.
—¿No lo es? —repitió Antípatro con un atisbo de enojo—. ¿Cómo no puede serlo alguien que aspira a ser rey?
—No busca ser el rey que tu padre es —explicó María con serenidad—. Su destino es ser un libertador.
—Un rey nacido en esta peculiar pocilga... ¿quiere ser un libertador? —sonrió con sarcasmo—. No hay ser sobre esta tierra que no anhele el poder, ¿por qué él sería la excepción?
—"Porque todos nosotros nos descarriamos como ovejas; pero nuestro Dios cargó en él…"
—"El pecado de todos nosotros."—concluyó Antípatro—. Sí, conozco muy bien las Escrituras —dijo con una mueca—. Y tú, su madre, ¿crees que es verdad?José miró a su esposa, quien le devolvió la mirada con dulzura. Luego, ambos se apartaron para revelar al bebé frente al príncipe.
—Puedes verlo por ti mismo. —ofreció María.
ESTÁS LEYENDO
El Don De La Estrella.
Historical FictionEn una era marcada por señales celestiales y presagios oscuros, la Sagrada Familia se ve envuelta en una misión divina para salvaguardar al niño que portará la esperanza de la humanidad. Huyendo del temible Herodes el Grande, cuya obsesión es aniqui...