Familia [Neuvillette, Wriothesley x Lectora]

05

(__) Experimentó un leve estremecimiento al contemplar aquella fotografía que retrataba a sus cuatro hijos. La ausencia de su presencia en sus vidas era una herida que, sabía, tardaría en cicatrizar.

—Aprecio sinceramente este gesto —agradeció con elegancia a Neuvillette, quien la observaba con atención antes de suspirar, como si comprendiera la profundidad de sus sentimientos.

A pesar de todos los esfuerzos realizados, la joven se mostraba renuente a cooperar con la justicia, convencida de que no era la única responsable de la tragedia humana que había tenido lugar en el pasado.

—Tu situación podría mejorar si decidieras colaborar con la justicia, señorita (__) —insinuó con sutilidad. (__), en respuesta, frunció ligeramente los labios y guardó la fotografía en los pliegues de su vestimenta.

—Poseo recursos en el Banco del Reino del Norte que podrían destinarse a brindar una sepultura digna a las víctimas. Sin embargo, mi capacidad para intervenir está limitada. Desearía poder ofrecer más ayuda, pero desconozco los detalles del incidente. Simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado —explicó con una calma serena, mientras Neuvillette adoptaba una postura más firme, cruzando los brazos.

—Las familias afectadas no buscan compensaciones económicas, sino justicia —subrayó con firmeza.

—Es una injusticia privar de libertad a alguien que no tuvo implicación en el suceso. Reconozco que no soy la persona más inocente de Teyvat. Si no puedo evitar la ejecución, la afrontaré con la frente en alto —declaró con convicción, demostrando su determinación inquebrantable. Sabía que su destino era inevitable y que solo la creencia en su inocencia por parte de sus seres queridos le otorgaba cierta paz.

—¿Entonces estás admitiendo tu culpabilidad? —inquirió Neuvillette, arqueando una ceja con escepticismo.

—No. Simplemente estoy aceptando mi destino. Mientras mis seres queridos mantengan su fe en mi inocencia, encontraré consuelo en ello —respondió con una calma imperturbable, apartando la mirada. Su agotamiento mental y físico era palpable, pero su determinación seguía intacta. Había agotado todos los recursos a su alcance, sabiendo que incluso la maquinaria de la justicia podía fallar en su búsqueda de la verdad.

Si tan solo su esposo hiciera acto de presencia, sentiría una chispa de esperanza y fe renovada. No importaba lo que el destino le deparara; sabía que mientras él estuviera con sus hijos, estos estarían bien. Incluso parecían preferir a su padre antes que a ella, lo cual era comprensible, ya que ella era quien pasaba la mayor parte del tiempo con ellos, encargándose tanto de los momentos buenos como de los difíciles.

—El mayor pesar que cargaré en esta vida es no poder presenciar a mis hijos formando sus propias familias y viviendo sus vidas. Pero confío en que su padre estará ahí para ellos. Es lo mínimo que le pediría —manifestó, rompiendo un incómodo silencio. En su interior, sabía que empleaba esas palabras con la esperanza de generar compasión y remordimiento entre sus captores.