Capitulo 10 - Viejos amigos y los nuevos

873 54 0
                                    

Una manzana más allá del taller de Niall, Fernanda paró el coche a un lado de la calzada, incapaz de conducir de tanto como le temblaban las manos.

¿Por qué había dejado que se acercara tanto?, ¿por qué se había quedado a solas con él cuando sabía que bastaba que Niall la mirara para derretirse?

Apoyó la cabeza sobre el volante, respiró profundamente para sosegarse y decidió que tenía que controlar lo que sentía por ese hombre. Niall había regresado a Mullingar y aunque ella volviera a Londres en pocas semanas, tendría que verlo cada vez que les hiciera una visita a sus padres.

No podía salir corriendo siempre. Ya no era la niña tímida de la adolescencia, sino una mujer independiente y segura de sí misma, trató de convencerse.

No le tendría miedo. No huiría. Igual que había afrontado todos los demás problemas que había tenido, saldría airosa de aquella situación.

Niall no podía enterarse de ninguna manera que Tyler era hijo suyo y, mientras se acordara de eso, no tenía que preocuparse por nada.

- Fernanda, estás estupenda!, ¡no puedo creer que seas tú! -exclamó Danielle Payne al tiempo que abrazaba a Fernanda, la cual acababa de entrar en el restaurante Tour Winds-. ¡Dios!, ¡no es posible que haya dicho eso! No quería decir, o sea, yo no...

- Tranquila -dijo Fernanda, sonriente, mientras miraba el avanzado estado de embarazo de Danielle-. Es verdad que estoy muy cambiada. Resulta increíble que puede hacer un poco de maquillaje y un peinado decente..

Danielle agarró a Fernanda por un brazo y avanzó hacia una mesa reservada mientras Mozart sonaba en el hilo musical de fondo. Fernanda sabía que el dueño del restaurante y del hotel era el mismísimo Liam Payne, así como que iba a venderlos para dedicarse a fondo a su rancho.

Daba la impresión de que la vida también había cambiado para otras personas, pensó Fernanda, sorprendida por la cálida invitación de Danielle

Ellas nunca habían sido amigas de pequeñas: una era muy tímida y la otra siempre había parecido inaccesible, la bella Princesa de Hielo, tal como la habían apodado los chicos. En cualquier caso, era obvio que esta Danielle era mucho más simpática y, por difícil que se antojara, estaba todavía más hermosa.

- Me encanta cómo te sienta ese peinado- Alabó ésta, mientras tomaba asiento en una silla-. Estás radiante. Se nota que te sienta bien ser una periodista famosa en Londres.

En ese momento apareció un camarero, vestido de etiqueta, y colocó dos servilletas preciosas sobre la mesa.

-¿Dispuesto a perder más dinero el jueves por la noche? -lo provocó Danielle.

- La otra vez me dejé ganar para que te confiaras -repuso el camarero-. Ya verás cómo te zurro la semana que viene.

Luego, después de bromear un rato y de encargar una botella de champán, Fernanda se dirigió a Danielle:

-Deduzco que lo conoces -comentó, en alusión al camarero.

- Henry es uno de los habituales en las partidas de póker de Liam. Ya te imaginas: cerveza, puros, mucho fanfarronear y más insultar. Al principio no les gustó que me uniera a sus timbas, pero ya se han acostumbrado. Ahora ya no se fuma y casi no se dicen tacos salvo cuando pierdo yo. La semana pasada Liam me amenazó con lavarme la boca con jabón -añadió sonriente.

Desde luego, aquélla no era la Danielle a la que Fernanda recordaba.

Jamás me habría imaginado a Danielle Peazer jugando al póker.

- Danielle Peazer nunca lo haría; pero Danielle Payne sí -matizó ésta con alegría mientras se tocaba el estómago con suavidad-. Casarme y tener hijos ha sido siempre mi mayor ilusión. Todavía no puedo creérmelo. Yo, Danielle Peazer, casada con uno de los tres Chicos Malos de Bradford.

Fernanda no pudo evitar sentir un pellizco de envidia. Se alegraba de corazón por Liam y Danielle, pero eso no aliviaba el dolor de su pecho, el deseo que siempre quedaría insatisfecho.

-¿Qué tal tu hijo? -prosiguió Danielle-. Niall dice que tiene sonrisa de rompecorazones.

Pensar en Tyler alivió el peso que la oprimía. No cabía duda de que tenía sonrisa de rompecorazones; la de su padre.

-Se llama Tyler, como mi abuelo.-comentó Fernanda, al tiempo que sacaba una foto del pequeño-. Cumplirá cinco años dentro de tres meses.

-¡Es guapísimo! -Celebró Danielle-. Niall tenía razón. Este chico va a ser todo un Casanova. Seguro que su padre también es guapo... Lo siento, olvidaba que estás divorciada -se disculpó al advertir la expresión dolorida del rostro de Fernanda.

-No pasa nada -la tranquilizó ésta un segundo más tarde-. Además, fue una separación amistosa.

-Pero sigues enamorada de él, ¿verdad? Te lo he notado en la cara -Danielle se mordió el labio inferior-. Y yo venga a hablar de lo felices que somos Liam y yo...

-No tienes por qué disculparte. Y no, no sigo enamorada de mi ex marido -dijo Fernanda con calma-. Esa etapa de mi vida ya forma parte de mi pasado -añadió, al tiempo que el camarero regresaba con el champán.

-Por el presente y por el futuro -brindó Danielle, acariciando con una mano su anillo de casada.

La madre de Fernanda le había relatado casi toda la historia acerca de Danielle y Liam. Cómo éste había regresado de repente a Mullingar y había sorprendido a toda la ciudad casándose con Danielle en el juzgado, así como la multitudinaria celebración del segundo matrimonio, semanas después.

Le había detallado el color de los ramos de flores y de los manteles, la expresión y los suspiros de la mayoría de las mujeres cuando Liam había besado a la novia... Desde ese día, nadie había puesto en duda su amor. Un amor eterno y verdadero, de los que salen fortalecidos con las adversidades..

El sábado por la noche damos una fiesta para celebrar la reapertura del Rancho Payne -comentó Danielle entonces-. Me encantaría que vinieras.

Supuso que Niall estaría allí e hizo ademán de rehusar la invitación; ¿pero no había decidido hacer frente a sus sentimientos por ese hombre?, recapacitó acto seguido. ¿Cómo iba a seguir con su vida si seguía escondiéndose?

- Encantada -aceptó por fin-. Yo también quiero hacer un brindis: por los viejos amigos y los nuevos comienzos -añadió.

Danielle chocó su copa contra la de Fernanda y ambas bebieron sonrientes.

-- Y ahora, señora Payne -prosiguió Fernanda -, cuéntame más cosas de ese hombretón tan maravilloso con el que te has casado.

Quédate conmigo - Niall Horan -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora