Capitulo 12 - Manteniendo Distancias

824 53 0
                                    

-¿Roger? -Liam divisó al antiguo compañero abusón de cuando iban al colegio-. ¡Vaya! Debe de haber venido con Jennifer Hart, la nueva gestora de Four Winds. Todavía no sabe que ese tipo es basura.

-¿No habías vendido ya el hotel? -preguntó Niall a continuación.

-Sigo escuchando ofertas, como decimos los empresarios. Pero sí me he deshecho del resto de mis empresas y acciones. En cuanto venda el hotel, me dedicaré sólo al rancho.

-Y a tu familia -intervino Danielle, al tiempo que le daba un beso en la mejilla-. La señora Peterson dice que le has prometido un baile. Te está buscando.

-Podríamos escaparnos, cariño -dijo Liam al divisar a la vieja bibliotecaria-. Nadie nos echaría de menos.

-Nadie salvo la señora Peterson. Aquí está- avisó Danielle.

-Por favor, Niall -dijo Liam, mirando a su amigo con cara suplicante.

-Ni lo pienses. La amistad no llega tan lejos.

-Sobre todo en tú caso -retrucó Liam, entre risas.

Luego se marchó y dejó a Niall junto a Danielle, la cual miró intrigada. Niall sabía que Liam no se había referido a la amistad que había entre ambos, sino a la de él con Fernanda... y al hecho de que no hubieran llegado nada lejos.

Danielle agarró a Niall por un brazo y éste, de camino a la mesa de la comida, por fin encontró al motivo de su frustración.

Estaba sentada sola, en una de las doce mesas que ocupaban el césped. Niall se llenó el plato a todo correr y, cuando ya se dirigía al encuentro de Fernanda, Mary Anne Johnson y Stephanie Roberts lo interceptaron.

-¿Dónde te habías escondido? -preguntó Stephanie con dulzura, después de que Danielle los dejara a solas-. Mary y yo te estábamos buscando -añadió tras dar un trago de vino blanco.

-¿Y por qué me iba a esconder de dos mujeres tan guapas? -Repuso Niall con cortesía, mientras veía a Brett Rivers, un ganadero de la ciudad, sentarse junto a Fernanda-. ¿Por qué no vamos para allá? - añadió a continuación, apuntando hacia una mesa cercana a la de Fernanda.

MaryAnne y Stephanie lo siguieron como dos perrillos falderos, pero, antes de llegar a sentarse, Kira Jensen ocupó la silla que quedaba libre junto a Fernanda.

¡Maldita fuera! Seguro que los dos se pondrían a coquetear con ella... Daba igual. Eran tres mujeres y tres hombres, se dijo Niall. Sólo tenía que realizar los emparejamientos a su favor: MaryAnne con Kirk, Stephanie con Brett y, por supuesto, Fernanda con él.

Así de sencillo..

-Hola, Brett, Kirk, ¿qué tal os va? -los Saludó Niall tras tomar asiento junto al trío-. Mira, Fernanda, me he encontrado con dos antiguas compañeras tuyas. ¿Por qué no nos juntamos para que vosotras charléis de los viejos tiempos y nosotros hablamos de cosas de hombres?

-Más tarde, Niall. Brett, Kirk y yo estábamos hablando de la influencia del ozono en el medio ambiente -contestó Fernanda con una sonrisa hipócrita-. Estoy seguro de que MaryAnne y Stephanie te harán compañía encantadas.

De hecho, pensó Fernanda irritada, a juzgar por cómo lo estaban mirando, aquellas mujeres estarían encantadas de hacer cualquier cosa con él.

Se obligó a no fijarse en ellos y trató de escuchar las explicaciones que Kirk le estaba dando acerca del efecto del ozono en los animales de la región; pero la risa aguda de MaryAnne no le dejaba concentrarse.

Había pasado una tarde relativamente tranquila hasta que Niall había aparecido con aquellos dos bomboncitos. Malo era saber que a Niall le gustaban ese tipo de mujeres; pero tener al trío delante de sus narices y oírlas reírse por cualquier tontería era demasiado.

-Acercarnos al lago uno de estos días y te lo enseño -oyó que Kirk decía. ¡Dios!, ¿la había invitado a ir a algún sitio?

-¿Por qué no vamos todos? -propuso Stephanie, que también había oído la propuesta.

-Sí, claro... -aceptó Kirk con educación, a pesar de que su intención había sido pasar una velada íntima, a solas con Fernanda-. ¿Por qué no?

Fernanda no supo si sentirse aliviada o enojada; pero, cuando vio a Niall sonreír, se decidió por el enfado.

Qué buena idea!, ¿verdad, cariño? -dijo Stephanie, dirigiéndose a Niall.

-Disculpadme -se excusó Fernanda, incapaz de aguantar más aquella situación-. Le prometí un baile al señor Winters.

Y, sin mirar ni una vez hacia atrás, avanzó hacia la pista de baile, se meció con la multitud y salió por el otro extremo de la casa. Un sendero iluminado por pequeñas luces conducía a un mirador con vistas al arroyo.

Al menos allí estaría tranquila, pensó mientras oía el croar de unas ranas. Respiró profundamente y trató de calmarse.

¿A quién trataba de engañar?, se preguntó. Por mucho que quisiera, no podía mantener las distancias con Niall. Una fuerza invisible y caliente los atraía cada vez que se miraban...

Y, entonces, de repente, el ruido de unas pisadas que se acercaban al mirador le detuvo el corazón. Se puso recta y luego se giró despacio, sintió una tremenda decepción.

Roger Gerckee, Fernanda miró al matón de su infancia. Estaba apoyado contra una columna del mirador, con un whisky en una mano y un cigarro en la otra, tratando de darse un ridículo aire de bohemio.

-Hola, Roger -lo saludó resignada. Luego avanzó hacia la salida, pero Gerckee le bloqueó el paso.

-Así que eres tú de verdad -dijo él con voz algo ebria-. Cuando le pregunté a George Moody quién era esa mujer tan guapa y me dijo que era Fernanda Smith, no podía creérmelo.

-Pues ya ves -Fernanda se mordió la lengua.

-Así que pensé que debía venir a echar un vistazo de cerca - prosiguió Roger-. Y aquí estamos, los dos juntos.

-¿No venías con una mujer? -preguntó Fernanda, rezando porque la cita de Roger apareciese.

-Pero eso no significa que no pueda saludar a una vieja amiga, ¿verdad? Podríamos sentarnos un rato y... charlar -añadió mientras deslizaba la mirada hacia los pechos de Fernanda.

Esta sintió ganas de darle una lección, por insolente. Dado que ella era cinturón negro, no le costaría nada dejar a Roger tumbado; pero luego recordó que, durante su formación como karateka, le habían enseñado a perdonar. Y, a fin de cuentas, por muy pesado que Roger fuese, también era inofensivo.

-Tengo que irme -se limitó a decir Fernanda-. Le prometí un baile a Ralph Winters.

Intentó sortearlo, pero Roger la agarró por un brazo.

-Ralph puede esperar. Baila conmigo.

-No -se negó Fernanda. Roger siguió sujetándola. Con-un simple giro lo tiraría al suelo, pensó ella; aunque, en el último momento, decidió darle una última oportunidad-. Suéltame, ahora.

-Ya has oído a la dama, Gerckee -irrumpió de pronto Niall, lanzando una mirada basilisca a Roger-. Suéltala. Ya.

-Hola, Niall -dijo Gerckee mientras liberaba a Fernanda-. ¿Qué pasa? Sólo estábamos hablando.

-Tu chica te estaba buscando - Niall se acercó sin quitar la vista de Roger-. Creo que quería despedirse de ti. Se estaba poniendo el abrigo, aunque igual la alcances antes de que se vaya..

-Sí... será mejor que me apure -aceptó Roger-. Adiós, Niall. Ya nos veremos, Fernanda...

Quédate conmigo - Niall Horan -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora