Capitulo 18 - La casa se está quemando y tengo que llamar a los bomberos

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Liam y Danielle se habían ido a dar un paseo cuando Niall regresó junto a Fernanda.

-¿Sigues enfadado? -le preguntó con una expresión dulce que no encajaba en absoluto con la de una mujer karateka.

-Al menos podías habérmelo contado -repuso Niall, refunfuñando adrede, para ver si así conseguía sacarle un beso.

-Podía.

-¿Y?

-No hay mucho que contar. Me acorralé en el dormitorio cuando entré por el abrigo. Yo estaba de mal humor, así que cuando me puso una mano encima, lo volteé y lo tiré al suelo. Fin de la historia.

-De modo que no necesitabas que te ayudara en el mirador, ¿verdad? Yo intentando salvarte, pensando que estarías asustada, y tú solita podías haber despachado a ese imbécil. Lo que te habrás reído de mí.

-No, Niall . No me he reído de ti en absoluto -aseguró Fernanda - . Me pareció maravilloso. Tú me pareciste maravilloso.

-¿Sí? -Preguntó Niall , reparado un poco su orgullo-. ¿Te parecí maravilloso?

-Y dulce.

No sabía si aquello era dulzura, pero la expresión de los ojos de Fernanda le detuvo el corazón con un sentimiento que no logró identificar.

-Voy a besarte, Fer -aseguró Niall con anhelo-. No ahora, porque no sería capaz de detenerme. Pero luego, cuando nos quedemos a solas, voy a besarte hasta que no recuerdes ni tu propio nombre.

-De acuerdo -aceptó ella sonriente, tras suspirar con suavidad.
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--Te necesito. Sin ti estoy perdido. Por favor, Fernanda, haré cualquier cosa. Sólo dime qué quieres y lo haré.

Fernanda levantó las cejas pacientemente y se cambió el auricular de una oreja a otra. Thomas Grane, su jefe en el periódico, llevaba llamándola sin parar desde hacía tres días.

--Thomas, tengo diez días más de baja. Ya lo hemos discutido: no puedo volver hasta que el doctor diga que mi padre puede conducir de nuevo. La semana que viene, me imagino.

-Fernanda, te lo suplico -insistió Thomas-. David Brooks está enfermo, Dan Howard está psicótico y Georgia está amenazando con dimitir.

-¿Y cuál es el problema? -Preguntó Fernanda-. Todo sigue como siempre.

-Por favor, por favor, escúchame...

Fernanda, cansada de oír los mismos argumentos durante los tres días pasados, giró la muñeca y miró la hora. Niall iba a llegar a las cuatro, y ya eran menos diez. No había dicho adónde iban a ir; sólo que llevara vaqueros. El estómago le calambreaba con la misma excitación de cuando era adolescente cada vez que lo veía.., lo que había sido muy frecuente a partir del día del picnic. Demasiado frecuente, sin duda; pero no había conseguido decirle que no.

Niall Horan sabía conseguir lo que quería... lo cual coincidía a la perfección con lo que ella misma deseaba, pensó Fernanda sonriente.

Y no sólo se habían pasado el tiempo en la cama. También habían ido al cine, a cenar o a la bolera. Y Tyler los acompañaba siempre cuando paseaban por la mañana.

-¡Fernanda!, ¿me estás escuchando? ¡Contesta, maldita sea!

-Sí, Thomas. Estoy aquí y te estoy escuchando: me necesitas, quieres que vuelva inmediatamente, me darás cualquier cosa a cambio...

De pronto, alzó la vista y se encontró a Niall apoyado en el quicio de la entrada a la cocina, observándola. Llevaba unos vaqueros, una chaqueta de cuero negro, camiseta blanca y botas negras. Estaba de infarto.

Este avanzó hacia ella, bajó la boca y la besó con ternura.

-Tengo que colgar, Thomas -dijo Fernanda sin resuello-. La casa se está quemando y tengo que llamar a los bomberos.

Después, nada más colgar, Niall le acarició el cabello y le inclinó la cabeza para poder besarla con más profundidad.

-¿Quién estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de que volvieras? -le preguntó-. Necesito un nombre antes de matarlo.

-Thomas Crane, mi jefe. Y no hace falta que lo mates. Ya lo haré yo misma -contestó Fernanda-. No te he oído llamar.

-Tu padre estaba en la entrada y me invitó a pasar.

-Bueno -Fernanda agarró una chaqueta y se la puso-, deja que me despida de Tyler y de mamá.

-¿Entonces vas a hacerlo? -le preguntó Niall.

-¿ qué?

-Se vas a marchar?

La intensidad de su voz y de sus ojos le hizo dar un vuelco a su corazón. No habían vuelto a hablar de la duración de su relación desde el día del picnic, así como no se habían hecho promesas sobre su futuro.

-¿Intentas librarte de mí? -se obligó a bromear.

-¿Te vas a marchar? -insistió Niall.

-No hasta que mi padre se recupere del todo -repuso Fernanda con la voz quebrada por la emoción-. Dentro de unos días, como poco.

-¡Niall!

Los dos se giraron al oír el animoso saludo de Tyler. Y, entonces, al ver a Niall agacharse sonriente para abrazar al pequeño, a pesar de lo serio que había estado hasta ese momento, le entraron ganas de llorar, conmovida.

-Hola, colega -dijo Niall -. ¿Cómo te va?

-Puedes venir el viernes al cole y hablar de tu trabajo? Mi maestra quiere que todos los papás y mamás nos cuenten lo que hacen y yo sé que tú no eres mi papá, pero le he preguntado a mi profe si podías venir y dice que sí. ¿Vas a venir?

-Por supuesto... si a tu madre no le importa.

-No le importa, ¿verdad, mamá? -le preguntó Tyler a Fernanda.

Niall notó que ella vacilaba y sintió una punzada de rabia. Sólo les quedaba una semana y Fernanda ya estaba distanciándose, poniendo barreras entre ambos, como antes de la fiesta de Liam y Danielle. Aunque quizá no se mostrara tan fría si se lanzaba encima de ella y la besaba hasta anular su parte racional.

-¿Puede, mamá? -insistió Tyler.

-Claro, cariño -aceptó Fernanda por fin-. Si tiene tiempo.

-Lo tengo -aseguró Niall , a pesar de que era precisamente el tiempo lo que se le estaba acabando a toda velocidad.

Fernanda se había permitido abandonarse a la pasión, había sido participé de la alegría de vivir de Niall, se había sentido deseada, salvaje y libre; pero ese día era especial.

Quédate conmigo - Niall Horan -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora