[PAUSADA] 𝑨𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝒕𝒊 ➳ 𝖗𝖞𝖔𝖒𝖊𝖓 𝖘𝖚𝖐𝖚𝖓𝖆 ;; 両面宿儺

- dieciocho -

私たちの夢
× 𝕹𝖚𝖊𝖘𝖙𝖗𝖔 𝖘𝖚𝖊ñ𝖔 ×

Luego de que ocurrió toda aquella escena de confesiones en el área innata de Sukuna, el mismo comenzó a explicar el pacto que los unía, mientras yacían sentados en su trono. La castaña estaba sentada en su regazo, mientras el contrario sostenía su cintura con una de sus manos, y la otra estaba apoyada en sus piernas.

Es así que ahora ______ es consciente de que, por estar sus almas vinculadas, no puede provocarlo ningún daño letal, pues es como si estuviera matando una parte de su alma. De lo contrario, sufriría un dolor inimaginable, casi tan letal como el daño que podría provocar.

También preguntó acerca de su reacción en la pelea con Maki, y Sukuna simplemente respondió irónicamente:

- Me quieres tanto que te molesta.

- Hablo en serio, estúpido.

- Mh... Debiste sentir ese insulto como un ataque personal. Por eso reaccionaste así. -explicó, sonriendo levemente- Serás un problema para el inútil de tu profesor cuando me quiera exorcizar. -rió.

Más allá de las bromas, la castaña pensó que tenía razón; pensó, además, en un caso hipotético en que tuviera algún problema serio con Gojo. ¿Realmente seria capaz de matar a su alumna?

- Sukuna...

El pelirrosa la observó, intrigado:- ¿Qué?

- Tú me dijiste que debías enseñarme a manejar el poder que tengo en esta mano. -subió su mano derecha- ¿Por qué no me das clases?

Ryomen agarró aquella mano, y besó el dorso de la misma, observando de reojo la reacción de la contraria, quien se estremecía ante el tacto.

- ¿Debería? -_____ mordió su labio inferior, notoriamente nerviosa- Quizá podría enseñarte algo.

Es así que ambos se pararon para comenzar aquella breve clase, que acabaría tomando más tiempo de lo que ellos habrían pensado. Simplemente, eran dos seres que se divertían con su mutua presencia, por lo que especialmente ______ perdió la noción del tiempo.

Aprendió a quemar cosas; a controlar un poco su energía maldita con meditación y, por ultimo; a aumentar la velocidad de sus reflejos. Por alguna razón, aquella mano estaba dotada de múltiples cualidades que se le hacían increíbles. Es así que, de un momento a otro, Ryomen le cortó aquella mano, haciendo que cayera al suelo.

- ¿Y ahora? -la maldición sonrió ladinamente, notando como la divertida cara de la contraria pasaba a demostrar un dolor extraordinario, mientras veía su sangre caer.

- Ah, ¡mierda! -con la única mano que le quedaba intentó tapar el sangrado, en un afán de parar el dolor, pero no cesaba. Jadeaba y gruñía intentando no sufrir tanto la pérdida de un miembro, pero era imposible.