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Ante los ojos de JiMin su casa no había cambiado nada. Aunque JungKook sentía que todo a su alrededor cobraba de nueva cuenta el resplandor que se apagó cuando su bello esposo se marchó de ahí. Ese rubio tan etéreo encandilaba cada parte que pisaba con suma gracia mientras caminaba por el sendero que los conducía a la gran puerta de su casa.

En cuanto los empleados lo vieron entrar se acercaron a él para saludarlo y darle la bienvenida que se merecía después de un año de ausencia. JungKook sabía que JiMin era muy querido en esa casa por todos, pero quizá NaYeon lo quería más.

— ¡Mírate! ¡Estás precioso! —decía la mujer mientras apretujaba las mejillas de JiMin— Nos hiciste mucha falta en este tiempo. Nada volvió a ser igual, principalmente el señor Jeon— susurró eso último.

El aludido estaba parado detrás de ellos observando la tierna escena del reencuentro y fue inevitable escuchar lo que NaYeon había dicho. No era mentira que su mundo se derrumbó cuando JiMin no volvió a casa. Pasó muchas noches sin poder dormir y algunas otras llorando en el estudio donde él solía pintar. Así que no tenía problema con que su ama de llaves lo evidenciara de esa forma.

—Yo también te extrañé, NaYeon— le sonrió conmovido— Pero volví y lo hice para quedarme— aseguró con determinación.

—Estoy muy complacida de saber que se reconciliaron— los miró a ambos con una sonrisa pícara— Ustedes están hechos el uno para el otro. Era imposible que pudiesen vivir separados.

JungKook se acercó a JiMin y coló una mano en su espalda baja como muestra de cariño. Después de que NaYeon les hiciera ese cumplido se miraron mutuamente para darle veracidad a esas palabras dichas. Incluso ellos creían ciegamente que eran almas gemelas destinadas a pasar todo una eternidad en su compañía mutua. Ninguno de los dos, aunque estuvieron un año separados, no eran capaces de verse a lado de alguien más. Sólo podían encontrar calor y amor entre ellos mismos, así como también sólo ellos podían entenderse.

Nadie en este mundo podría separarlos aunque lo intentaran. Y lo acaban de demostrar.

—Te prepararé el chocolate que tanto te gusta— ofreció NaYeon con una sonrisa emocionada— Vayan a la estancia que enseguida se los llevo.

Se unieron en un abrazo significativo antes de que NaYeon desapareciera entre los pasillos que llevaban a la cocina. Mientras tanto, JiMin y JungKook caminaban juntos por ese camino de recuerdos que los llevó a la gran estancia de la casa donde muchas veces rieron, jugaron, durmieron e incluso hicieron el amor.

Se sentaron juntos y casi enseguida JiMin buscó acurrucarse bajo los brazos de su esposo porque necesitaba sentir su calor. Un silencio acogedor los abrazó a ambos mientras esperaban a que alguno hablara o a que NaYeon entrara con el chocolate.

Ciertamente no sabían qué decir o por dónde empezar para tratar los temas pendientes que aún existen. Pero no es algo que necesiten ahora, porque con sentir ese abrazo que se dan era más que suficiente.

—JungKookie— habló con voz acaramelada— Te extrañé mucho... demasiado.

Esas palabras que vinieron de la nada provocaron muchas emociones en el interior de JungKook que aceleraron a su corazón. Lentamente se desprendió del abrazo y tomó a su esposo de la barbilla para atraer su atención; sus hermosos ojos desaparecieron en una fina línea como si fuesen medias lunas porque le sonreía con ternura y mucho encanto, dejándolo completamente hipnotizado y rendido a lo que quisiera pedirle en ese momento. Cuando más segundos los consumieron, más ganas sentían de besarse como hacía minutos atrás cuando se estacionaron frente a la casa. Y nada inhibiría ese deseo porque de manera inconsciente se acercaban hasta que por fin sintieron el roce delicado de sus labios ansiosos.

Afterglow (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora