14: LA FAMILIA YAOYOROZU

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Tras más o menos media hora en la limusina, por fin llegaron a la residencia de los Yaoyorozu. La enorme puerta de metal que los recibió ya le era bastante conocida a Momo, al igual que el amable pero serio saludo que el guardia de seguridad dedicó a la chica nada más verla. 

La limusina la dejó justo delante de la puerta principal de la casa, y el chófer recogió su maletas y se encargó de trasladarlas a su habitación. Momo también entro en la casa, esperando ver a alguno de sus padres, pero el imponente recibidor de los Yaoyorozu estaba vacío. Momo tuvo que ir al salón donde estaba su madre leyendo una novela mientras tomaba algo de té en una taza blanca de porcelana. 

Momo tuvo que carraspear para llamar la atención de su madre, que se giró al oír el ruido proveniente de la garganta de su hija. En cuanto vio a Momo allí de pie, dejó la taza en la mesa, marcó la página del libro, lo dejó en el sofá y se levantó.

- Momo, hija, no sabía que venías a esta hora. - Dijo la sorprendida señora Yaoyorozu. Momo suspiró, ya que estaba segura de haber avisado de que venía, pero su madre parecía haberlo olvidado. Su madre caminó hasta su hija y le agarró la barbilla tiernamente con una mano para verla a los ojos.

- Estás cada día más guapa. - Exclamó con una sonrisa. - Bueno, tendrás hambre, ese poder tuyo usa muchos lípidos, ¿lo has utilizado hoy?

- Sí, mamá. En el entrenamiento. Lo uso prácticamente todos los días. - Respondió Momo algo molesta. No sabía por qué, pero alrededor de su madre le costaba estar de buen humor.

- Entonces vamos a cenar. Le he dicho a la cocinera que te prepare un estofado de carne especial con mucha grasa. 

La señora Yaoyorozu indicó algo con la mano a la sirvienta, luego señaló el libro y la taza de té que había dejado tiradas para que los recogiera, y se fue hacia la cocina, con Momo detrás. 

- Vete sentando cariño, voy a ver si tu padre puede cenar ahora. - Dijo la madre de Momo y acto seguido salió hacia el despacho. 

Siempre solía ser la misma historia. Su padre estaba bastante ocupado para estar con su familia, incluso había días enteros en los que Momo ni siquiera lo veía, a pesar de que su padre estuviera en casa todo el día, en su despacho. Cuando era muy pequeña Momo solía ir al despacho a ver a su padre y a darle abrazitos en las piernas mientras este trabajaba. Pero cuando fue creciendo empezó a llevarse bronca tras bronca por interrumpirle en mitad de reuniones y trabajos, así que Momo dejó de ir al despacho, y ya solo veía a su padre cuando a este le daba por estar algo de tiempo con su familia. No era como si él no quisiera a su hija ni a su mujer, simplemente que consideraba su trabajo como algo que estaba por encima de todo. Al igual que su madre, que  consideraba el estatus social de su familia como algo sumamente importante. 

La madre de Momo bajó de nuevo a la cocina, sola. 

- Tu padre está encargándose de unos asuntos importantes. Vendrá en un rato, espero. - Dijo. Después miró a la sirvienta. - Bueno, de todos modos ve poniendo la mesa.

Para sorpresa de Momo, su padre no tardó en bajar. Cinco minutos después se oyó el sonido de los pasos de su padre acercándose a la cocina, y después entró, viendo a Momo lo primero.

- ¡Momo! - Casi gritó. La chica se levantó muy feliz y se lanzó a los brazos de su padre, el cual le acarició el pelo mientras la abrazaba. - ¿No nos habrás echado mucho de menos?

- Un pelín. - Respondió Momo en tono juguetón, sonriéndole a su padre. 

La mesa ya estaba puesta, y ambos se sentaron para degustar la magnífica comida que habían preparado en cocina.

- Bueno, bueno. Cuéntanos cómo te va en la UA. - Preguntó el padre de Momo.

- Bien, entrenamos mucho, y ya tengo mi licencia provisional así que igual puedo empezar a hacer labores de heroína si me eligiera alguna agencia para hacer prácticas. - Dijo Momo, sin demasiado interés.

[MomoJirou] Me condeno a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora