˛ღﾟ･ε el caliz de fuego y los cinco campeones! ✧ *:･ﾟ
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
≫ ──── ≪•◦ ✧ ◦•≫ ──── ≪
"¡𝒱IKTOR KRUM! ¡FLEUR DELACOUR! ¡CEDRIC DIGGORY!" Dumbledore había exclamado con fervor. Vítores y festejos provenientes de las mesas de los campeones inundaron el Gran Comedor. Hasta que el cáliz empezó a brotar chispas y las llamas se volvieron rojas nuevamente, cuando un sombrío silencio tapó como una manta el salón. Era así cómo el cáliz elegía a sus campeones.
─ ¿Qué no eran tres? ─susurró Mattheo, desconcertado.
─ Así era... ─fruncí el ceño, tan confundida como él.
Una larga lengua de fuego se asomó desde el cáliz, arrojando un pedazo de pergamino quemado. La sala entera ahogó un grito. Dumbledore lo atrapó en el aire y lo alejó lo más que su brazo le permitió, para poder leer bajo la luz de las llamas.
Hubo una larga y silenciosa pausa en la que todos nos limitamos a observar al director ansiosamente, él solo miraba el pedazo de pergamino. Se aclaró la garganta y dio fin a la espera anunciando en voz alta:─ Harry Potter.
─ Tramposo... ─murmuró Theo receloso, tal vez demasiado alto. No le importaba si Harry lo oía.
─ Tú lo intentaste ─le contestó Pansy secamente─, la diferencia es que a Potter le salió bien.
Busqué a Harry con la mirada. Mis labios separados por la sorpresa─ Ahí está ─. dijo Draco en voz baja, señalando con disimulo a mi izquierda. Pude percibir una leve nota de preocupación en su voz. Harry lucía aturdido, atontado. McGonagall se levantó de su asiento en la mesa de profesores y se acercó a Dumbledore para murmurarle algo impetuosamente. Él asintió.
─¡Harry Potter! ─el director se irguió y lo llamó, justo cuando el cáliz empezó a vibrar sutilmente. El fuego, rojo como la sangre, se alzaba más que nunca, salvaje. Violentas chispas salpicaron en todas direcciones, quemando a los estudiantes más cercanos. Otro pergamino fue expulsado del cáliz y bailó en el aire lenta y elegantemente, como controlado por un hilo, hasta que Dumbledore lo atrapó. Pude notar lo desconcertado que estaba a pesar de que estábamos en esquinas opuestas del Gran Salón. Miró el papel y casi al instante levantó la vista hacia los estudiantes. Más precisamente hacia el punto en el que mis amigos y yo nos encontrábamos.
